Es primavera y en Chile ya puede sentirse desde el calor a las brisas frescas. Y si bien nos ha tocado días nublados y algo fríos, ya podemos ver a los conocidos insectos que vuelven durante estas fechas. Las típulas, o "mosquitos gigantes" son de los bichos que resurgen durante esta época del año, un insecto que al segundo causa desconfianza.
A menudo, las personas suelen matarlos, pues los confunden con insectos que se alimentan de la sangre de otros seres vivos. Lo que se aleja mucho de la realidad, e incluso llega a ser todo lo contrario. Estos insectos no son mosquitos como tal, ni representan riesgos para los seres humanos.
¿Qué son las típulas?
Las típulas, también conocidas como moscas de las flores o mosquitos granujas, son insectos pertenecientes al orden Diptera, el mismo orden que las moscas y los mosquitos. Son delgadas y de patas largas, Sus cuerpos son frágiles, y pueden medir entre uno y tres centímetros de largo.
Estos animales pasan por cuatro etapas en su ciclo de vida: huevo, larva, pupa y adulto. Las larvas, conocidos como "gusanos de tierra" viven en el suelo y se alimentan de materia orgánica en descomposición. Y desempeñan un papel crucial en los ecosistemas, ya que, según esta infografía de Ladera Sur, ayudan a descomponer la materia orgánica y airear el suelo, mientras que los adultos son polinizadores y parte de la cadena alimenticia de muchos depredadores.
Por qué no deberíamos matar a las típulas
A pesar de generar desconfianza, no son un peligro ni para los humanos ni para las plantas. No pican, ni transmiten enfermedades y no causan daños significativos.
Son parte de un equilibro ecológico, su eliminación podría alterar el equilibrio de las poblaciones naturales. Algunas especies de típulas ayudan en la polinización de plantas en busca de néctar. También colaboran en el reciclaje de materia orgánica, ya que se alimentan de ella cuando son larvas y ayudan a reciclar nutrientes en el suelo.
Aunque algunas especies pueden ser molestas dentro de los hogares, tiene un impacto mínimo en los humanos y su salud, ya que no pican ni transmiten enfermedades. Por lo que, en vez de matarlas, es mejor considerar métodos de control alternativos, como uso de trampas o la introducción de depredadores naturales, o limpiar los espacios para no crear sitios de cría del insecto.