Por Sergio Fortuño. #1 Revista Rock & Pop, Junio 1994
Kurt Cobain solía decir que la música era su refugio, que le salvó la vida cuando nadie lo pescaba en su juventud por ser un tipo poco atlético, un ratón de biblioteca poco interesado en los deportes.
Tuvo que haber sido que gracias a ese recurso íntimo vendiera 9 millones de discos y se convirtiera en un tipo famoso. Una especie de tiro por la culata. Hizo algunas de las grandes canciones de los últimos años para no estar solo y luego todos querían estar con él: fans, periodistas, empresarios. Era como mucho.
Su refugio, entonces, se desintegró. Ya no le pertenecía. Había pasado a ser un territorio conquistado por una generación que veía a uno de los primeros personajes con que se podían identificar.
El problema estaba en que Cobain era un tipo introvertido. No es lo que se podría pensar de alguien que cante como él lo hacía, pero sus gritos eran más el producto de un dolor contenido, interior. Como el que le provocaba la úlcera que lo acompañó prácticamente desde que fundó Nirvana, que le carcomía el cuerpo por dentro. Los problemas gástricos lo volvían prácticamente loco. Por ellos suspendió conciertos. Pero una vez dijo temer que si desaparecían los dolores, también lo haría su creatividad. No hubo forma de probarlo
Reto al destino
Cobain nació el 20 de febrero de 1967, en Aberdeen, una ciudad dormitorio en el estado norteamericano de Washington. Sus papás, Don y Wendy, se separaron cuando él tenía 7 años. Generalmente se fugaba del colegio, fumaba marihuana y se iba a la biblioteca local. "Nunca me echaron de ahí, a pesar de que sabían que yo no tenía la edad suficiente. La biblioteca era el único lugar donde me podía esconder", recordó en una entrevista concedida al New York Times en noviembre del año pasado.
En el colegio, se interesó por el arte y ganó algunos concursos de plástica. Sin embargo, después de graduarse, desechó una beca para una escuela de arte y se fue a trabajar como roadie de los Melvins, una banda punk. También comenzó a escribir canciones.
A los 17 años lo echaron de la casa de su mamá. "Vivía en las calles y llamé a mi papá y él dijo que podía volver para quedarme por unos pocos días. Cuando llegué, me tenía un test de ingreso a la Armada y había empeñado mi guitarra. El oficial de reclutamiento vendría dos noches después".
"Realmente yo estaba tratando de mejorar, de hacer lo que mis padres querían que hiciera, pero me di cuenta de que eso no tenía que ver conmigo, especialmente en el caso de la Armada. Así que empaqué y me fui caminando".
A los 18 años, conoció a Krist Novoselic, el bajista de Nirvana. Tocaron en varias bandas juntos y en diciembre de 1987, Cobain, Novoselic y el baterista Aaron Burckhard se unieron en la primera formación de Nirvana. Después de grabar un demo y de un desfile considerable de bateristas que se fueron y volvieron, Jonathan Poneman, del sello independiente Sub Pop, le ofreció a la banda producir un single, que en definitiva fue Love Buzz/ Big Cheese.
Por esos días, si Cobain fue exacto en las fechas, tienen que haber empezado los dolores a atormentar el estómago y el ánimo del vocalista. Bleach fue su primer álbum. Grabado con un presupuesto de 606 dólares y 17 centavos, fue lanzado en junio de 1989.
Aquí estamos...
El 25 de septiembre de 1990 terminó una enredada procesión de bateristas con la llegada de Dave Grohl. Al volver de una breve gira inglesa, todo comenzó a apurarse. A comienzos de 1991, Nirvana firmó para Geffen Records, un sello de mayor gravitación en términos comerciales. Después del contrato, grabaron Nevermind, junto a Butch Vig, productor que hace poco agregó a su currículum el exitoso disco Siamese Dream de los Smashing Pumpkins.
Lo que vino luego es bastante conocido. Las copias comenzaron a venderse hasta superar los nueve millones en Estados Unidos. En enero de 1992, el grupo alcanzó el primer lugar del ranking de discos de la revista Billboard. No se podía esperar otra cosa después de ver el video de «Smells like teen spirit» repetido una y otra vez en las pantallas de MTV.
"Carguen las pistolas y traigan a sus amigos", canta Cobain, acompañado por un grupo de cheerleaders. El tema comienza suavemente y luego se vuelve pesado y duro. Luego, nuevamente suave. "Trataba de hacerlo como los Pixies", dijo Cobain a principios de este año a la revista Rolling Stone. "Usamos su sentido de la dinámica, siendo suaves y calmados y luego duros y ruidosos".
Para romper el hielo en alguna fiesta, Cobain llegaba y decía "aquí estamos, entreténgannos". De ahí vienen las palabras de uno de los estribillos más cantados en lo que va de esta década.
Nuestro héroe
La canción fue entre una broma y un homenaje a una de las bandas preferidas de Cobain. De todas formas, adquirió ribetes de himno, de declaración de principios.
Las letras de Cobain suelen ser poco directas, pueden leerse de varias maneras y, como él destacó una vez, "muchas veces no son absolutamente coherentes". Quizás no fue un asunto que dependiera exclusivamente de las palabras. Probablemente la actitud, la ética y el sonido de la banda, tuvieron mucho que ver. En estas materias hubo un quiebre importante gracias al éxito de Nirvana.
Está claro que el de Cobain, Novoselic y Grohl no fue el primer grupo de su estilo. De hecho, en Nirvana desemboca casi toda una década de música alejada de la escena comercial. Pero, por quién sabe qué motivos, fueron ellos los que abrieron el camino para que todo ese mundo subterráneo saliera a la superficie.
Entonces hubo algo distinto. Cuando Nevermind llegó al primer lugar del Billboard desplazando a Dangerous, de Michael Jackson, los ochentas tuvieron su despedida oficial. La década de música fría y calculada a niveles infinitesimales, con Jackson y Madonna como principales adalides, había quedado atrás.
Con Nirvana quedó obsoleto el culto a las sofisticaciones efectistas. La música volvió a un sonido más apropiado para la calle que para las luces y la asepsia de las discos. La popularidad de Nevermind permitió que muchos jóvenes ajenos al glamour y sin muchas expectativas pudiesen, por lo menos, escuchar algo que les gustara. No había nada que hacer, ni donde salir, pero había música que valía la pena.
Y Kurt Cobain fue el líder, uno distinto a los de antes. Hubo gente con cosas que decir mientras el mundo era gobernado por tipos como Reagan y Margaret Thatcher, pero ninguna tuvo un gran influjo generacional.
En la década anterior, los tipos que asombraron por lo que decían fueron principalmente Morrisey, líder de The Smiths, y Robert Smith, de The Cure. Mientras tanto, Michael Stipe, el cerebro de R.E.M., prefiguraba los noventa y era admirado y respetado en circuitos musicales de menor extensión.
El caso de los británicos Morrisey y Smith, grafica la identificación que se producía con los ídolos de los ochenta. Sus seguidores fueron bastante ortodoxos. Un seguidor de The Cure y la filosofía depresiva de Robert Smith no sólo pensaba como él, sino que se vestía y bailaba como él. Por eso, las figuras de la década anterior no despertaron tanta unanimidad como Cobain.
Él fue más sencillo. Seguirlo, identificarse con él, era fácil porque parecía más humano que cualquiera. Uno podía imaginárselo vagando por alguna calle solo y aburrido. No era como Bono y Sting, absolutamente correctos y preocupados por todas las causas de buena voluntad. Tampoco era similar a Axl Rose. Los guardaespaldas no lo seguían a todos lados. La agresividad de Cobain no apuntaba hacia afuera, como sucede con el rubio de Guns N Roses, sino hacia adentro. Hacia sí mismo.
Cobain fue un tipo de este tiempo en que, tal como lo conocíamos, el mundo había llegado a su fin. 1992 fue el último año de 12 en que los republicanos gobernaron Estados Unidos. En forma majadera se hacía notar que las estatuas de Lenin estaban en el suelo. Margaret Thatcher comenzaba a dedicarse sólo a dar conferencias.
Todo lo que no cabía dentro del viejo orden comenzó a gozar de tolerancia.
Dentro de esas cosas estuvo el estilo cultivado por Nirvana. La tierra, claro, no se volvió un lugar maravilloso. Estallaron la guerra en la ex Yugoslavia y el racismo en Europa Occidental. Bajo un clima de paz global, surgió mucha violencia interna. En términos parecidos se puede hablar de Cobain. Bajo la atmósfera de éxito y fama estaba su desgarro interno, nacido en las paredes de su estómago y vertido en gran parte de sus canciones.
Courtney, la heroína
En medio del éxito de Nevermind comenzó la relación entre Cobain y dos factores fundamentales durante sus últimos años de vida: la heroína y Courtney Love, su esposa, ex-striptisera, ex-groupie y vocalista de una banda mucho más dura que Nirvana llamada Hole.
Según "Come as you are: The Story of Nirvana", una biografía escrita por el periodista Michael Azerrad, Cobain comenzó a usar heroína en 1991, en un principio, para aliviar molestias estomacales.
Un famoso artículo publicado en la revista Vanity Fair de septiembre de 1992, citó fuentes que decían estar seguras de que Courtney Love indujo a Cobain a probar drogas duras. Algunas indicaron que, antes de conocer a la que fue su esposa, él sólo se emborrachaba.
La relación sentimental entre ambos se consumó en Chicago, en octubre del '91. Nirvana daba un concierto en la ciudad y Courtney llegó hasta allá. En enero del '92 se encontraban en Nueva York. El grupo iba a tocar en el programa "Saturday Night Live" el mismo día que figuró por primera vez en el número 1 de los rankings de ventas de Billboard. En esa ocasión, según recordó Courtney, "tomamos un montón de drogas. Conseguimos pastillas. Después de eso, consumí heroína durante algunos meses".
Se supone que, embarazada y todo, siguió inyectándose. Ella dijo que apenas supo de su estado, dejó de hacer- lo. Otras fuentes, sin embargo la acusaron de haber usado la droga aun sabiendo que esperaba un hijo. El asunto nunca se resolvió. Sin embargo, Frances Bean Cobain nació absolutamente normal el 18 de agosto de 1992. El 24 de febrero de ese año, en Hawaii, se habían casado sus padres.
Courtney Love es una mujer muy inteligente y muy fuerte; de eso da cuenta el mismo artículo de Vanity Fair cuando retrata una escena en la que Kurt no quiere ir a comprar cigarrillos porque teme que lo reconozcan.
- Acostumbrate -le dice Courtney, algo exasperada-. "Eres tan poca cosa. Nunca hacemos nada, nunca hacemos nada divertido. ¡Casarme con un dios millonario del rock para quedarme encerrada en la casa!»
- O.K.»-contesta Kurt- «¿dónde están las llaves del auto?>
Parece que Courtney Love fue dura con él. Ella lo admitió cuando leyó públicamente fragmentos de la carta que dejó su marido antes de suicidarse. Alguien le había dicho cómo tenía que tratarlo y ella le había hecho caso, por lo que se arrepentía entre lágrimas.
Quizás esa era una de las cosas que irritaban a Cobain, que lo trataran de algún modo en especial, como la estrella que era efectivamente y que a él siempre le pareció que no debía ser.
El hastío
En febrero de 1993, la banda entró al estudio para grabar un nuevo disco. El productor fue esta vez Steve Albini, conocido por sus trabajos de bajo presupuesto para diversas bandas denominadas alternativas, como los Pixies. El no permitió que personal del sello Geffen estuviese presente en las sesiones. Esto trajo algunos problemas, porque la compañía dudó de la posibilidad de repetir el éxito de Nevermind después de escuchar el producto terminado, así que hubo algunas modificaciones a cargo de Scott Litt, productor que ha trabajado en los discos de R.E.M.
Cobain quería que el álbum se llamara "I hate myself and I want to die» (me odio y quiero morir), al igual que el tema que fue retirado a último momento del nuevo disco. El sostuvo que era una broma. "Sabíamos que la gente no la entendería y por eso decidimos sacar el tema. Era totalmente satírica, nos reíamos de nosotros mismos. Creí que era un título divertido".
La producción apareció el 21 de septiembre del año pasado con el nombre de In Utero. "Me gustaba como sonaba", dijo Cobain, negando que el título tuviese que ver con las especulaciones sobre la relación entre las jeringas y el embarazo de su esposa.
En este álbum Cobain se mueve como nunca entre extremos. No sólo al interior de los temas, sino que el contraste en Scentless Aprentice y «Dumb», por ejemplo, es tremendo, tanto como lo fueron las contradicciones de su autor.
"La angustia adolescente dio sus frutos/ ahora estoy más viejo y aburrido (Serve the servants»). No quiero lo que he conseguido/ ¿qué anda mal en mí?» («Radio friendly unit shiffer»). «Veo en el lado brillante el suicidio» («Milk it») «Qué más podría ser/... sólo discul- pas» («All apologies»).
In Utero es un reflejo brillante del hastío de Cobain, principalmente con su fama y la de la banda. "Creo que lucimos ridículos", había dicho el año pasado. "No quiero tener una carrera larga si tengo que relacionarme con las mismas cosas con que me he relacionado hasta ahora. Lo estoy intentando por última vez, pero no voy a condenarme a pasar encerrado en un departamento por diez años, asustado de salir. Feliz renunciaría a la música por mi vida. Es más importante".
Cobain ya no tocaba "Smells like teen spirit" en los recitales. De hecho, confesaba que se había olvidado del solo de guitarra de la canción. Decía además que estaba cansado de la fórmula de alternar sonidos duros y suaves».
"Krist, Dave y yo hemos estado trabajando en ella por tanto tiempo que se está poniendo literalmente aburrida", se quejaba. "Nos gusta tocar así, pero no sé cuánto tiempo más podré gritar al límite de mis capacidades cada noche, durante un año entero de gira. Es imposible para mí indagar el futuro y decir que voy a ser capaz de tocar canciones de Nirvana en 10 años más. No quiero tener que hacer lo que hizo Eric Clapton. Tengo un inmenso respeto por él, pero no quiero tener que cambiar las canciones para adecuarlas a mi edad".
Esas eran las proyecciones de Cobain el año pasado. Creía que Nirvana duraría sólo un par de álbumes más, "a menos que realmente trabajemos duro en experimentación, No quiero lanzar un disco que suene como los tres anteriores".
"Tengo que admitir que me descubrí haciendo las mismas cosas que otras estrellas de rock están obligadas a hacer", señaló en otra ocasión. "El mundo exterior es extraño para mí".
Por esos días, para Cobain era "grandioso saber que aún puedo encontrar amigos". En la última entrevista que otorgó, publicada por la revista Rolling Stone, decía cosas así al mismo tiempo que aseguraba ser un tipo feliz. Ahí contó que comenzaba a asumir el éxito, que no le molestaba más ver a un tipo onda neanderthal fuera de sí, ebrio, cantando 'Sliver'.
Dijo además que estaba bien porque había grabado un disco de poesía junto a uno de sus ídolos, el escritor William Burroughs, por su hija y por Courtney. Ya comenzaban a quedar atrás los problemas entre él y ella, magnificados por la prensa luego de que; tras un altercado matrimonial, él fue detenido y se descubrió que tenía algunas armas de fuego. Pero sólo un par de meses más tarde, en Roma, en un descanso entre dos actuaciones europeas, mezcló demasiadas pastillas con alcohol y quedó en estado de coma. Cuando se recuperó, surgieron los rumores de la disolución de Nirvana, alentados por sus propias declaraciones.
No hubo más conciertos y de él no se supo hasta el pasado 8 de abril, cuando llegó a su casa el electricista Gary Smith. Iba a instalar luces de seguridad en la casa que él y Courtney habían comprado en Seattle y lo encontró muerto, con un disparo de escopeta en la cabeza.
Se dice que antes de suicidarse había estado en una clínica de recuperación para drogadictos, pero se escapó. Que se avisó a la policía sobre sus tendencias suicidas. Nada está confirmado.
Nada estuvo nunca confirmado con Cobain. Tuvo una personalidad contradictoria. Fue desconfiado y abierto. Preocupado e indiferente sobre la fama. Tímido y débil al mismo tiempo que violento en el escenario.
Dijo que no siempre que decía «yo» en sus canciones se refería a él, pero después de su muerte eso es insostenible. Que estaba bien, y quedó en coma por sobredosis. Dijo que su vida era más importante que la música y se suicidó.
Y sus molestias estomacales estaban desapareciendo.
Kurt Cobain podía haber empezado algo nuevo. Sus comentarios sobre el futuro de Nirvana parecían bastante atinados. En realidad, la banda no tenía por qué eternizarse. Ya no había de qué buscar refugio. Podría haber encarado las cosas. En cambio, prefirió desaparecer y encerrarse en su casa, donde al final sí tenía un arma.
Como dijo Courtney Love hace un año y medio, "todo está bien, pero en cualquier minuto puede echarse a perder".