La inmensidad del espacio es algo que ha despertado la curiosidad de muchas personas a lo largo de la historia de la humanidad. Explorarlo ha sido más posible que nunca gracias a los avances tecnológicos que han tenido lugar desde la carrera espacial durante la Guerra Fría. La NASA bien lo sabe.
En un intento por estudiar nuestro vecindario espacial, la agencia estadounidense ha enviado una buena cantidad de instrumentos para este fin. Tal es el caso de las sondas Voyager, que lograron explorar nuestro Sistema Solar desde Júpiter a Neptuno.
Pero ¿qué hay de la zona interior que comprende desde Mercurio a Marte? También ha habido misiones. En 1989, la NASA envió una sonda a explorar nada menos que el planeta más hostil de nuestro Sistema Solar.
Magellan, la sonda que logró mapear Venus
El 4 de mayo de 1989, la NASA envió al espacio a Magellan, la primera nave en la historia que fue capaz de mapear toda la superficie de Venus. Por otro lado, fue el primer instrumento que se lanzó en un transbordador espacial.
Nombrada en honor al explorador portugués Hernando de Magallanes, el instrumento llegó a la órbita venusiana poco más de un año después del inicio de la misión, el 10 de agosto de 1990.
Su lanzamiento se vio retrasado por el accidente del Challenger en enero de 1986, que tras 73 segundos de vuelo se destruyó, matando a sus 7 tripulantes.
Luego de 6 días en la órbita de Venus, Magellan sufrió un apagón en sus comunicaciones durante unas 15 horas. Después de otro apagón, se reinició su sistema y retomó el contacto con la Tierra.
Las contribuciones y descubrimientos en nuestro planeta vecino
Desde el 15 de septiembre de 1990, el instrumento comenzó a enviar imágenes en alta calidad, las que evidenciaron actividad volcánica, movimientos tectónicos, vientos turbulentos y canales de lava cuya longitud alcanzan kilómetros.
Magellan también encontró que el 85% de la superficie de Venus estaba cubierta con flujos volcánicos. Por otro lado, la completa ausencia de agua hace que la erosión allí sea un proceso muy lento. Ello, a pesar de su temperatura cercana a los 475° C y las 92 atmósferas que ejercen presión sobre el planeta, condiciones que lo convierten en el más hostil del Sistema Solar.
El primer ciclo de mapeo concluyó en mayo de 1991. Durante los 243 días que demoró Venus en rotar bajo la órbita de Magellan, la sonda logró mapear el 83,7% de su superficie. Más adelante, la NASA ordenó otros ciclos de mapeo, en los que se acumuló información gravimétrica del planeta.
El final de Magellan llegó el 13 de octubre de 1994. Esto, después de que la agencia le ordenara adentrarse en la capa más externa de la atmósfera venusiana. Ese día, se perdió el contacto y la nave se quemó unas 10 horas después.