Es difícil olvidar la primera vez que te rompieron el corazón. Los llantos y rabia por amor siempre resuenan más en la adolescencia, donde el fin de una relación puede parecer el fin del mundo. Se hace casi imposible poner en palabras el dramático escenario en el que se siente que nadie más te entiende.
Sin embargo, es precisamente esto lo que Lorde logró con Melodrama, su segundo álbum de estudio y una de las placas más importantes del pop en el último año. De una adolescente a otros, la artista neozelandesa creó el manifiesto de su generación.
El ascenso de una estrella distinta
En 2013, Lorde sorprendió a la industria llegando como un golpe de aire fresco a la escena del momento. Contra todo pronóstico, una canción de pop alternativo como Royals comenzó a escalar y poco a poco se convirtió en el fenómeno de ese año.
Con solo 16 años, alcanzó la cima del Billboard, arrasó en los Premios Grammy y se ganó una potente fanáticada. Aún más increíble, lo hizo con una canción que cuestiona la actual industria y que la posicionaba como una artista ajena a lo que venía pasando musicalmente.
Su caso no era tan nuevo. Ya en los setenta una Kate Bush adolescente llegó a la cima con Wuthering Heights y en los noventa lo repitió Fiona Apple. Sin embargo, Lorde tomó una decisión que habría asustado a cualquier otro artista: Desapareció.
En la era de redes sociales donde cada interacción es vital para el éxito, Lorde decidió regresar a Nueva Zelanda. Alejarse de los medios, los eventos y todo lo relacionado a la fama. Se convirtió en la figura introspectiva del pop adolescente que no necesitaba el reflecto en ella cada segundo.
Cómo Lorde creó Melodrama
Pero esos años no fueron en vano. Alejada de la industria, Lorde hizo algo fundamental para motivar su creación: Vivió su adolescencia. Se enamoró y vio cómo su corazón se rompía tras separarse de su primer amor. Se sucumbió en el dramatismo adolescente, acompañada de libros y música que la ayudaran a sentirse menos sola.
Después, hizo lo que por siglos los y las creadoras han hecho, llevar sus experiencias al papel. Inspirada por el fin de sus años de adolescencia y el paso a la adultez, nuevamente comenzó a escribir sobre lo que conocía, sobre lo que vivió, sobre las frustraciones y aprendizajes del primer corazón roto.
Fue así como el dolor de Lorde se fue materializando en Melodrama, un disco que creó junto al productor Jack Antonoff y que llevaría su sonido a niveles no antes explorado por la artista.
Desde el estreno de Green Light, primer sencillo de Melodrama, era claro que la nueva era de Lorde era distinta. Como el mismo desamor, el tema iba aumentando hasta explotar en uno de sus más grandes puentes, uno de sus sonidos ya característicos.
Más allá del desamor
Sí, Melodrama es un disco sobre el dolor del primer corazón roto. Sobre una relación que comenzó cuando era solo una adolescente y que terminó abruptamente y la hizo sentir un dramático vacío como solo entendería un joven enamorado.
Sin embargo, eso sería minimizar la significancia que este material tiene para toda una generación. Y es que el fin de este amor terminó siendo un puente para hablar del verdadero dolor del disco: Despedirte de los que te prometieron serían tus mejores años y darle paso a una vida de adultez que tanto has temido.
Atrás quedaban las noches despreocupadas con tus amigos y las conversaciones vacías que lo significaban todo para ti. Las fiestas donde el corazón se acelera ante la posibilidad de un nuevo amor y la inevitable desilusión que se termina convirtiendo en una divertida anécdota para la próxima celebración.
Pero no era solo Lorde quien cambiaba, también el mundo a su alrededor. Mientras creaba el disco, sufrió como todos con la muerte de sus ídolos: David Bowie, Prince, George Michael, uno tras otro. Era otra forma de despedirse de la niñez, sabiendo que las voces que nos acompañaron ya no están.
Y aun con todo este dolor y miedo por el futuro, la música que creó Lorde para Melodrama es increíblemente optimista. Tal como lo haría Robyn o Carly Rae Jepsen, nos dio música para llorar en la pista de baile y darle la bienvenida a la incertidumbre con los brazos abiertos.
"¿Qué mierda son los lugares perfectos de todas formas?", dice la última frase de Lorde en Melodrama. Una dolorosa forma de despedirse del pasado pero también liberarse de las pretensiones de tener un futuro perfecto.
La celebración de Lorde
La adolescencia es una situación incómoda por donde pueda mirarse. Cambios por fuera y por dentro que te hace sentir más solo que nunca. Todo lo que hoy queda registrado en vergonzosas fotos que tiempo a tiempo reaparecen en tus redes sociales.
Sin embargo, Lorde elige celebrarla en Melodrama. Desde las frustraciones del desamor en Green Light y Hard Feelings, las noches erráticas de Sober y Homemade Dynamite, la soledad de Liability y Writer in the Dark y la nostálgica despedida de Perfect Places.
Al elegir alejarse de los medios, Lorde tomó la sabia decisión de vivir las experiencias que muchos artistas de su edad pierden bajo los reflectores. Quizás por esto es que sus canciones resuenan más que ninguna otra con esta generación, quienes ven en su trabajo un manifiesto con el que vivir.