Con un escenario desplegado de músicos y Damon Albarn como capitán del viaje en el que nos embarcábamos, el regreso de Gorillaz a Chile despertó una energía inolvidable entre los asistentes al concierto.
Coristas, máscaras, proyecciones de los integrantes virtuales de la banda, así como dos juegos de percusión y otros variados instrumentos fueron parte del recorrido por los grandes y nuevos éxitos de Gorillaz.
Gorillaz en Chile: El esperado regreso
La segunda visita de la banda inglesa a nuestro país presagiaba ánimos agitados al interior del Movistar Arena la noche del martes 3 de mayo. Con localidades completamente agotadas, incluso antes de las 21:00 se sentía la ansiedad de los fanáticos por ver sobre el escenario al ex Blur, Damon Albarn.
Pasadas las 21:00 horas, la proyección de una antigua televisión cambiando de canales dio inicio al espectáculo. Partieron con M1 A1 y Strange Timez, colaboración con Robert Smith (The Cure) que se hizo evidente con la proyección de su rostro en las pantallas.
Siguieron con Last Living Souls coreada energéticamente, sobre un escenario en el que colgaron una bandera de Chile con los rostros de los integrantes animados de Gorillaz, así como dos banderas de pueblos indígenas de nuestro territorio.
Un encendido y variado show musical
Aunque Albarn se mostró poco hablador desde el comienzo, logró conectar con el público. Esto porque desde las primeras canciones demostró que estaba dispuesto a plantarse a cantar entre sus fanáticos. Aun así, con el pasar de las canciones, Damon fue soltando algunas palabras y dijo que lo hacía muy feliz vernos corear sus letras: "Disculpen mi español", agregó con acento inglés.
Por su parte, la banda dio un espectáculo de calidad, donde también destacó el bajista que sonreía directamente al público. Se conoce que Damon disfruta de experimentar en la música y así lo demostró con la configuración de la banda cargada de sintetizadores, dos baterías e incluso cuatro coristas que en algún momento tomaron protagonismo con increíbles voces.
El líder de Gorillaz, quien incluso tocó piano y una melódica en sus canciones, no dejó de lado a sus fanáticos. De ellos recibió una bandera y un sombrero que usó durante dos canciones. En un momento, Albarn decidió bajar del escenario y caminar hasta los fanáticos que estaban en Platea. Así, desató el caos entre el público de Cancha Frontal, quienes intentaban verlo a solo centímetros y saludarlo con la mano.
A partir de ese punto, la alegría no dejó de aumentar y Cancha se apretó cada vez más. Ya habían tocado las exitosas Rhinestone Eyes y 19-2000. Pero luego del acto de Damon, continuaron con la famosa On Melancholy Hill, El Mañana y Kids With Guns.
Hacia el término de la primera parte del show llegó el rapero Bootie Brown a cantar Dirty Harry. Después Pos acompañó a Damon en Superfast Jellyfish y Feel Good Inc., uno de los más grandes éxitos de la banda que hizo explotar el recinto.
En total fue un set de 28 canciones que, tras el encore, también incluyó las clásicas Stylo y Clint Eastwood. Un viaje por las mejores canciones de la banda inglesa con una gran diversidad musical, fuertes bajos y extraños sonidos sintetizados para generar atmósferas tétricas, de suspenso, pero también alegres y festivas, el sonido único que caracteriza a Gorillaz.