Pese a que han pasado ya 100 años desde el estreno de Nosferatu, la película sigue siendo uno de los clásicos más importantes de la historia de terror. No solo por su icónico y terrorífico personaje, sino que también por el hombre detrás de la historia.
La vida y muerte del director de Nosferatu, F. W. Murnau, es tan mítica y llamativa como las terroríficas historias que creó. De hecho, décadas tras su partida, un perturbador incidente que involucró a su tumba, impactó a los fanáticos.
¿Qué pasó con el director de Nosferatu?
En 1931, el director de Nosferatu se preparaba para estrenar su nueva película, Tabu. Se trataba de la historia de una joven pareja en la Isla de Bora Bora, cuyo amor es puesto a prueba cuando un rival de otra tribu declara a la mujer como una virgen sagrada.
Sin embargo, el 10 de marzo de ese año, una semana antes del estreno, el cineasta tuvo un trágico accidente. Según los reportes, habría invitado a un joven para pasear en su auto, intentando avances sexuales con él. Esto lo distrajo y terminó estrellando su auto contra un alambrado eléctrico, lo que causó el fatal accidente.
El director de Nosferatu falleció el día siguiente por sus heridas, tan solo días antes de poder ver su nuevo filme en la gran pantalla. Pese a su popularidad, no muchas personas asistieron a su funeral. ¿La razón? La homofobia de la época alejó a quienes conocieron detalles de su fallecimiento.
Cabe señalar que F. W. Murnau jamás dijo públicamente que era homosexual, algo impensado y prohibido en muchos lugares para la época. Sin embargo, su sexualidad se asume tras los detalles que reveló el joven que sí sobrevivió al accidente.
La profanación de su tumba
Debido a su legado como director de Nosferatu, película que pronto tendrá su remake, el cineasta se volvió un ícono para los fanáticos del ocultismo. Por esto, en 2015 un grupo decidió profanar su tumba para hacer una especia de ritual que necesitaba de su cuerpo.
Según reportó The Guardian, la cabeza de F. W. Murnau fue robada de su tumba en un cementerio de Alemania. Como si fuera una película de terror, se encontraron restos de cera de vela, lo que demostraba que se hizo una especie de ritual.