Es difícil volver a los conciertos y sentir la misma emoción que había antes de la pandemia. Es extraño poder rodearse de desconocidos y evitar pensar en un posible contagio; así como también es complicado querer estalecer una intimidad a gran escala. Manuel García subió al gran escenario de Parque Estéreo, en el corazón de Ciudad Empresarial, acompañado de dos guitarras y un kultrun, pero podemos atestiguar que estableció una conexión poderosa con los asistentes. Mientras oscurecía de a poco y el cielo se llenaba de arreboles, él nos hizo sentir que nosotros lo invitamos a tocar, y no él a que nosotros lo escucháramos.
Recepción cálida
Los 20 mil metros cuadrados del Parque estaban organizados a la perfección por Lotus, con precisión matemática y con una distribución impecable de su escenario. El escenario de 20 metros tenía dos pantallas enormes a cada lado, como un buen apoyo visual a todo lo que ocurría en las tablas. Rodeado de toda esa jaula de metal Manuel se sentó como si estuviera en el piso de su casa de infancia y nos cautivó con historias sobre sus guitarras, como si estuviera hablando en total privacidad.
A los minutos del inicio nos reveló que su presentación tendría tres partes: la primera como bienvenida, la segunda más urbana, y la tercera de raíz. Con esa introducción pudimos escuchar algunas de sus canciones clásicas, como "Tanto Creo En Ti" y "Gran Santiago" y otras nuevas, como "Pepitas", de su disco Compañera De Este Viaje (2021). Todas estaban llenas de calidez, acompañadas de memorias, rodeadas de la nube que genera el hielo seco y bajo la luz de reflectores.
La primera invitada que presentó fue "La Guitarra del Tiempo", una pieza que construida por la José Ramírez y que conmemora sus 135 años de luthería. Más adelante en el show recibimos a Cristián Inostroza, profesor de armónica y músico con quien ya había colaborado García. Ya cerca del cierre subió Ximena Herrera, quien acompañó en voces.
Pocos asistentes, gran audiencia
Una de las rarezas de este espectáculo es la baja cantidad de asistentes en Parque Estéreo. A pesar de que seguían llegando personas, que se instalaban con tranquilidad en sus asientos asignados, es fácil decir que más de la mitad de las butacas estaban vacías. Sin embargo esto no fue un problema. Antes de tocar "La Tinta de Tus Lágrimas" García explicó que María Ángel Andrade, una fan, llamó a la Radio Concierto para pedir esta canción. Y luego de que ella saltara emocionada y lo saludara, el músico contó que las canciones tristes aún le dolían, sin importar cuánto tiempo haya pasado desde que las escribió.
Así como Manuel García compartía las historias de sus canciones, el público las recibía con aplausos y gritos. Por ejemplo, "La Nueva Canción de la Trova" nació como una canción-carta que escribió cuando lo invitaron a la conmemoración de los 50 años de la Canción Revolucionaria en Cuba. Con el mismo cariño con que compartió ese recuerdo interpretó "Mujeres", el clásico de Silvio Rodríguez.
Pese a estar en un pulmón verde y rodeado de personas, la sensación que prevalece fue la de un concierto íntimo, casi privado. Es lo que podemos llamar intimidad a gran escala. Las anécdotas eran las mismas que comparten los viejos amigos con sus familias, y la pureza de la música predominaba por sobre todo. No fue el concierto más masivo, pero es imposible cuantificar el amor por la música, y mucho menos medir la relación que establecen los artistas con su público.