Recientemente se ha descubierto un cementerio con fetos enterrados que habían sido sometidos a un aborto. En las tumbas, se encuentra expuesto el nombre de la progenitora, sin su consentimiento y pese a que ninguna de ellas está enterrada allí. Los entierros se alinean en el sector 108 del cementerio Flaminio, ubicado en Roma.
Esto ha provocado una oleada de indignación y denuncias por parte de organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres. Aquellas que se han visto involucradas en esto aseguran que el entierro que se ha hecho y que llevan sus propios nombres y apellidos, ha abierto una herida del pasado.
Tal es el caso de Francesca, de 36 años, que reside en Roma. El año 2019, decide realizarse un aborto porque el feto presentaba un irreparable defecto cardíaco. Esta práctica fue legalizada en Italia el año 1978, solo mediante los tres meses posteriores a la concepción.Un año después, esta mujer descubre que el feto fue enterrado sin su consentimiento, con un símbolo que no la representa y además incluía su nombre.
“Me siento traicionada por las instituciones”, afirma.
Todo esto salió a la luz por la denuncia publicada en redes sociales de una mujer llamada Marta, que descubrió que un área del cementerio Flaminio estaba dedicada a fetos abortados con el respectivo nombre y apellido de la madre.
¿Qué ocurre con el hospital a cargo de realizar el aborto?
“Tres veces le pregunté al médico, después del aborto, que le pasó al feto y tres veces me respondió: no sabemos”. Luego de esto, la mujer se entera que han sido enterrados. Francesca, solo recuerda que “firmó un papel mientras estaba teniendo las contracciones”.
“Ver mi nombre en la cruz, fue como recibir un castigo”, comenta.
Ante esto, el diario L´Espresso explica que existen ciertas asociaciones religiosas como “Defending live with Maria (Advm), que firman acuerdos con hospitales y municipios para ocuparse de “productos abortivos”, como lo define la ley.
Estas hacen uso de ciertas normativas como por ejemplo “enterrar los restos no reclamados y eliminar los residuos no hospitalarios”. Esta ley, de 1990, estipuló que los fetos menores de 20 semanas deben ser tratados como desechos hospitalarios especiales e incinerados. En el caso de la 20° semana, los fetos deben ser entregados a los servicios funerarios, pero no pueden revelar los datos de la mujer involucrada.
En un comunicado emitido por AMA, la empresa a cargo de los servicios funerarios del cementerio, expresó que el feto había sido enterrado según las instrucciones específicas del hospital donde se realizó la intervención. Sin embargo, AMA no especificó quién o qué entidad dio el nombre de la mujer que abortó ni por qué se violó el anonimato, que debe ser respetado.
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Frente a este panorama, distintas organizaciones se han manifestado. La asociación “Difference Woman” anunció que presentará una acción legal colectiva. También, la Oficina Legal Diferencia Mujer, que se ocupa de acciones en contra de la violencia hacia la mujer, visitó este espacio en el cementerio Flaminio tras las denuncias.
La mayoría de las cruces en el cementerio romano son de mujeres que abortaron entre 2017 y 2020, pero se entierran fetos desde el año 2005 y no solo en la capital. De hecho, se han encontrado cementerios que realizan esto también en la ciudad de Brescia.