A más de un mes desde que se desatara la crisis social en Chile, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), rebajó en 1,2 puntos sus perspectivas de crecimiento para la economía chilena en 2019, llegando a un 2,2%. Una baja importante en relación al 3,4% que fue previsto en mayo por la organización.
Además de estos datos, en su informe semestral de Perspectivas Económicas, publicado este jueves, la OCDE redujo además su previsión para el 2020 hasta el 2,4%, nueve décimas menos que en su análisis del mes de mayo.
Estos datos se contrastan con lo que fue el 2018, año en que Chile logró registrar una subida del 4%, la mayor en cinco años.
La nueva presión de crecimiento de la OCDE es levemente superior a las encuestras del Banco Central: La Encuesta de Expectativas Económicas de principios de noviembre realizado por entidad económica expresó que los expertos proyectaron un PIB de 1,9% para Chile en 2019, por debajo del 2,5% que estimaban en octubre y alejado del 3,6% calculado en enero. En tanto, para 2020 se prevé que el PIB crecerá 2,3%, siete décimas menos que lo proyectado en la encuesta del mes pasado.
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Asimismo, el Informe de Estabilidad Financiera (IEF) del segundo semestre de 2019, el Banco Central estableció las turbulencias políticas y sociales internas podrían llegar a tener un impacto más importante sobre la estabilidad financiera en la medida que sus efectos negativos sobre la actividad y el empleo sean más persistente.
Volviendo al informe de la OCDE, apuntó que una política fiscal sostenible y unos "sólidos cimientos macroeconómicos deberían respaldar el crecimiento pese al impacto negativo" de las protestas en el último trimestre de 2019.
"Sin embargo, las proyecciones están sujetas a una considerable incertidumbre debido a los actuales disturbios. Las causas del estallido deben ser abordadas para impulsar el bienestar de los hogares y fortalecer la confianza empresarial", recomendó.
En esta línea, la entidad apuntó además que “en el peor de los casos, un fracaso o retraso en la implementación de las "necesarias y ambiciosas reformas sociales" debilitaría el crecimiento proyectado, a lo que se añaden factores externos por la tensión y la inestabilidad en la región, que suponen también un riesgo para la economía.