Texto por: Rainiero Guerrero
Luego de terminar el proyecto que luego sería el disco ‘Let it Be’, los integrantes de The Beatles se tomaron días libres para hacer diferentes actividades. No fueron pocos esos días de liberación, pero todo indicaba (al menos así lo dice la historia) que aún quedaba un disco más por hacer y eso comenzaría desde el mes de julio 1969.
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El 1 de julio de ese año John Lennon y Yoko Ono viajaban por las rutas de Golspie, al norte de Escocia, cuando Lennon perdió el control de su Austin Mini Maxi cayendo al costado del camino con un resultado de lesiones y contusiones varias para John, Yoko y Kioko, la primera hija de Yoko, quien también viajaba junto a Julian, el primogénito del Beatle. Este último no sufrió lesiones pero quedó en estado de shock, siendo buscado por su madre Cynthia en el Lawson Memorial Hospital.
Mientras tanto en Abbey Road…
El 1 de julio comenzaron las grabaciones del disco Abbey Road, último trabajo de estudio de la banda. Técnicamente comenzaban las últimas sesiones de The Beatles, pero, sin John Lennon. La noticia rápidamente llegó hasta EMI y si bien hubo preocupación luego decantó en tranquilidad al saber que todos estaban “bien”. Geoff Emerick, el ingeniero de grabación que trabajó con la banda, recordó en sus memorias ‘El sonido de Los Beatles’ (2012), que volver a trabajar con el grupo era un desafío asumiendo que el ambiente podía mejorar luego de las tormentosas sesiones de ‘Álbum blanco’ que abandonó en la mitad y ‘Let it be’, donde no participó.
El trabajo de estudio comenzó sin Lennon y por consiguiente; sin Yoko Ono. Habían buenas señales incluso para cuando volviera John porque si lo hacía lo haría en forma solitaria ya que Yoko aún estaría convaleciente del accidente. Los primeros días hubo tranquilidad recuerda Emerick, se trabajó con una comunicación fluida, siempre con la tensión de saber cómo sería todo cuando llegara John: ¿Volverían a aparecer los roces? ¿Estarían irascibles como los había visto la última vez? Las dudas se despejaron el día 9 de julio de 1969.
Llegó la cama, John... y Yoko
Ese día y en medio de las sesiones del disco que aún no tenía nombre ni menos alguna idea de cómo sería la portada o el arte, ni tampoco cuáles serían las canciones que quedarían en el corte final, apareció John y junto a él, Yoko. Amablemente fueron recibidos por el resto de la banda y parte del equipo Beatles (George Martin, Geoff Emerick, Derek Taylor). Con Geoff Emerick aparecían todos los fantasmas, pero eso era sólo el comienzo. El ingeniero de los Beatles recordó en su libro con estas palabras lo que vio sólo unos minutos después: “Llegaron unos hombres de Harrods e instalaron una cama en el estudio. Allí se acomodó Yoko, que estaba convaleciente de un accidente. Según John, ella había estudiado música y era más artista que todos los Beatles juntos. Se suponía que su presencia nos inspiraría, pero solo decía simplezas. En las pausas, recibía a sus amigos, como una reina".
Otro testigo recordó: “Estábamos preparando los micrófonos para la sesión cuando llegó la enorme cama matrimonial que había enviado Harrods. Una ambulancia trajo a Yoko y ella se ubicó sobre la cama, le instalamos un micrófono sobre ella en caso de que quisiera participar y dar su opinión... Y entonces dijimos: ‘¡Ahora sí que lo hemos visto todo, amigos!”.
Si la férrea privacidad y hermetismo de la banda ya habían sido quebrados por la artista visual durante las sesiones del ‘Álbum blanco’, que volviera a aparecer ya no era sorpresa, pero hacerlo con una cama y permanecer acostada mientras el resto de la banda trabajaba pasó a ser desde excéntrico hasta artístico.
La cama estuvo ahí durante varios días hasta que Yoko pudo recuperarse completamente. Luego la cama se fue, ella se quedó. Linda McCartney, Mal Evans e incluso Paul McCartney pudieron acomodarse en un costado de una silenciosa cama que fue parte y testigo directo del último disco que los cuatro de Liverpool grabarían juntos en sus vidas.
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