Este 1 de julio en Japón volverá a ser legal la caza comercial de ballenas. El país asiático había dejado la práctica “comercial” de estos animales en 1986, cuando el jefe de gabinete de ese entonces, Yoshihide Suga, decidió sumarse a la Comisión Ballenera Internacional (International Whaling Commission), creada a mediados de los años 40 para regular la caza y el comercio de cetáceos.
No obstante la decisión y durante las últimas décadas, el acuerdo nunca detuvo por completo la caza japonesa de ballenas. Esto aún se permitía por “investigaciones científicas”. De hecho, en la temporada de caza 2017-2018, Japón contabilizó una cuota anual de 333 ballenas Minke; incluidos en ese número 122 hembras embarazadas.
“Consideramos que las ballenas son recursos marinos como los peces y que pueden utilizarse siguiendo criterios científicos”, explicó a la AFP un responsable del Ministerio de Agricultura, Bosques y Pesca, a propósito de la reanudación de la caza “comercial” de cetáceos, legalmente efectiva a partir de este 1 de julio.
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“Determinamos cuotas con el fin de no perjudicar a las especies”, precisó.
El barco factoría Nisshin Maru, buque insignia de la flota ballenera nipona, y otros varios navíos dejarán el puerto de Shimonoseki (suroeste), presidido por una enorme estatua de una ballena, para ir a cazar cetáceos frente a las costas japonesas, en la zona de exclusividad económica del archipiélago.
La caza de ballenas como tradición nipona
En la cultura japonesa, la pesca y la caza de ballenas forma parte de su historia. Por siglos los habitantes del país asiático han realizado expediciones de este calibre en regiones como la Antártida o por el Océano Pacífico norte.
Durante la Segunda Guerra Mundial la industria ballenera fue una de las actividades comerciales fundamentales para levantar al país, junto con proporcionar un sistema base de alimento.
De acuerdo a la BBC, entre los años 50 y 60 del siglo pasado la carne de ballena era una de las principales fuentes de proteínas para los japoneses. Su consumo era de unas 200.000 toneladas por año. Práctica que con los años disminuyó, pero no cesó: cifras muestran que anualmente se pueden consumir entre 4.000 y 5.000 toneladas de carne de ballena.
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