Si uno repasa la carrera de Janis Joplin, parece un resumen apresurado. Pero no, así fue su vida, fugaz como una estrella que no tenía por qué quedarse con nosotros. En tan sólo unos años conquistó a un mundo en el que los hombres tenían reservados todos los puestos. Por eso y más, siempre será una gigante.
En 1967 se presentó en el Festival de Monterey con los Big Brother & The Holding Company, con quienes grabaría dos discos. Fue un éxito, pero entre todos los asistentes que iban por otro artista, se quedaron por ellos. O mejor dicho, se quedaron por Janis. De ahí, fue mucha la presión para la niña que seguía siendo, terminó por irse de ahí.
Libre, creó su propia banda, los Kozmic Blues Band. Ahora podía hacer los sonidos de blues, soul y rock que ella quería. Sin embargo, esa libertad la acercó cada vez más a las drogas, que suplían esa soledad que sentía. Una vez dijo: “Salgo al escenario y tengo relaciones con 25 mil personas, termino y me voy sola a casa”. Con ellos sacaría su tercer disco en 1969, I Got Dem Ol' Kozmic Blues Again Mama!, donde las giras seguirían.
Sin descanso de la música, las drogas, las penas y la vida misma, Janis comenzó a consumirse a ella misma. Con éxitos como Cry Baby o Piece of my Heart, su nombre era ya una marca indudable de la música rock. A poco de terminar su disco, Janis Joplin murió a los 27 años de sobredosis.
Dejó un legado a las mujeres, a las rebeldes y a quienes quieren vivir su vida haciendo algo que los haga sentirse importantes. Su único descanso, en el disco póstumo de 1971, Pearl, su última canción Mercedes Benz fue dejada a capella. Una canción tranquila, como siempre quiso estar.
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