La siguiente es una historia de amistad que parece sacada de una película, pero que ocurrió realmente. Cuando Nicole cumplió 10 años, su abuela le regaló una cachorra hembra, a la cual decidió llamar Chloe Bear. Durante cuatro años fueron mejores amigos, totalmente inseparables perro y humano, pero luego ella se vio obligada a separarse de su perrita.
Cuando tenía 14 años, el papá de Nicole consiguió un nuevo trabajo y su oficina sería su hogar, por lo que necesitaba un lugar sin ruido ni distracciones. Por ello, y a pesar de la pena de la adolescente en ese entonces, el papá llevó a la perrita Chloe al refugio animal Washington Area Humane Society, en el condado de Washington, en Pensilvania.
Pasaron los años, Nicole se hizo adulta, se casó y tuvo un hijo, pero aún le faltaba algo. Por eso, pensó en adoptar un cachorro, hasta que se encontró con una publicación en Facebook sobre un perro mayor que necesitaba un nuevo hogar. Al leer el aviso, se percató que el perro se llamaba Chloe también y tenía 11 años, la edad que tendría su mascota de infancia.
El esposo de Nicole tenía serias dudas sobre que pudiera ser el mismo perro. Pero ella pensaba diferente y llevó a Chloe al veterinario, donde gracias a un escáner de microchip se confirmó que esta era su Chloe, publica Intriper.
Más tarde, Nicole supo que Chloe había sido adoptada por dos familias antes de volver a encontrarse con ella. La perrita ahora tiene 11 años y está feliz con la actual familia de Nicole.
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