El Año Nuevo es el cambio de fecha más importante en el calendario. Está marcado por el optimismo y las ganas de mejorar durante el ciclo que se inicia el 1 de enero. Las personas suelen poner todas sus esperanzas en este nuevo comienzo y en América Latina está marcado por varias tradiciones.
Una costumbre ampliamente conocida es comer 12 uvas a las 12 de la noche, una tradición que llegó a América Latina desde España. Se realiza para tener 12 meses de buena suerte y prosperidad, para lo que es necesario comer una uva con el sonido de cada campanada de la medianoche.
Una teoría sobre el origen de esta costumbre se remonta a la década de 1880. Según diarios de la época, la clase burguesa española, imitando a la francesa, comenzó a celebrar Nochevieja comiendo uvas y tomando vino espumante.
Otra la sitúa unas décadas después, en 1909. Ese año los productores de Alicante, en el sureste de España, tuvieron una cosecha excedente de uvas blancas de la variedad típica del lugar, llamadas Aledo. Al bajo precio del producto se sumó la forma creativa de venderlo, recoge Muy Interesante. No en vano hasta hoy en día son conocidas como las uvas "de la buena suerte". En algunos lugares se reemplaza comiendo pasas.
Una tradición que también es popular es la de armar un gran muñeco con materiales inflamables y prenderle fuego en la calle. Varios países de la región como Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela realizan esta tradición en fin de año, motivo por el cual algunos llaman al muñeco como "Año Viejo" o "El Viejo".
Uno de sus orígenes más interesantes es el de Ecuador, donde este evento es cada vez más un atractivo turístico. Si bien la quema del muñeco hoy en día está vinculada a la creatividad y el sentido del humor, surgió en 1895 en la ciudad de Guayaquil en un contexto muy distinto, cuando se vio amenazada por un brote de fiebre amarilla y como medida de protección sanitaria se recomendó confeccionar ramadas y monigotes de paja con los vestidos de los parientes que habían fallecido.
En los lugares donde hay mar, existe una tradición de ir ahí a la medianoche y saltar siete olas pidiendo siete deseos, la que se practica en algunos países del Caribe pero sobre todo en Brasil. El mar ha estado asociado con la purificación en múltiples culturas a lo largo de la historia, pero en este caso en particular se remonta a las culturas de raíces africanas, consigna Unotv.
El siete es un número espiritual en el umbandismo y se vincula con la diosa del mar Yemanjá, quien según esta tradición de Año Nuevo, da fuerzas para superar las dificultades.
Te puede interesar: ¡De vital importancia para tu cerebro! ¿Cuántos feriados tiene el 2019?