Así como la poesía y el cine, el otro gran gremio que más tiempo le ha dedicado a profundizar en el beso, intrigado por todas esas reacciones físicas y químicas que se producen en nuestro organismo cuando besamos, ha sido el científico.
Hormonas
Gracias a los estudios sobre este intercambio de fluidos sabemos qué sucede en nuestro cuerpo cada vez que besamos. Lo primero que la ciencia nos ha enseñado es que no besamos por besar. Según comprobó un estudio llevado a cabo por la Universidad de Oxford, los besos, a través de las distintas sensaciones internas que generan, nos ayudan a evaluar la idoneidad de la pareja.
Lo que explica que, a menudo, tras un primer mal beso no haya un segundo. Además de que da para examinar a la otra persona, también besamos porque besar genera adicción. Con cada beso, tal y como describe el biólogo especialista en genética David Bueno, nuestro cerebro libera dopamina (responsable del placer), serotonina (favoreciendo la excitación), epinefrina (aumentando nuestra frecuencia cardíaca) y oxitocina (facilitando el sentimiento apego).
Bajas tu estrés, quemas calorías
Por si esto fuera poco, los besos, sobre todo cuando se disfrutan con regularidad, nos ayudan a relajarnos. Esto sucede porque cada vez que nos besamos se reducen los niveles de cortisol, también conocido como la hormona del estrés. Si a este estado de relajación le agregamos el aumento de la libido que experimentamos al recibir testosterona durante el intercambio de salivas, tenemos el escenario ideal para propiciar la reproducción.
A nivel físico, cada sesión de besos con nuestra pareja nos puede hacer quemar entre 17 y 26 calorías. Así lo revela Andréa Demirjian, autora del libro "Besos: Todo lo que usted siempre quiso saber acerca de uno de los placeres más dulces de la vida". Este gasto calórico se debe, por un lado, a que cada vez que besamos movilizamos 34 músculos faciales y otros 134 músculos de todo el cuerpo, consigna El Mundo.
El intercambio de saliva puede favorecer el sistema inmune
Otro de esos actos de los que no somos conscientes mientras besamos tiene a la saliva como protagonista. De acuerdo con un estudio realizado por la UNAM, los besos motivan la producción de este fluido para favorecer su correcto desarrollo. Y el intercambio de saliva estimula el sistema inmunitario y favorece la creación de anticuerpos.
Pese a todos los indicadores que hablan a las claras de los muchos beneficios de besarse, el 10% de la población mundial -alrededor de 650 millones de personas- no lo hace nunca, principalmente por motivos culturales. Los que sí lo hacen acaban dedicando a este menester una media de 20.160 minutos de su vida. Es decir, 14 días de su existencia. Entonces, a besar se ha dicho.
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