No nos mintamos. Todos hemos comido alguna vez un insecto. Las hormigas son un clásico en la dieta de los más pequeños, aunque sus padres intenten apartarlas del camino y al parecer esta práctica sería beneficiosa para la salud del ser humano.
Un reciente estudio desarrollado por científicos del Instituto Madison Nelson de Estudios Ambientales de la Universidad de Wisconsin y publicado en el diario Scientific Reports, se refiere a los beneficios que reporta a la flora intestinal humana el hecho de comer grillos.
El experimento consistió en hacer seguimiento a 20 mujeres y hombres sanos de entre 18 y 48 años, a quienes se les sometió a una estricta dieta durante dos semanas.
La mitad del grupo tomó un desayuno "normal" y la otra parte tomó el que incluía 25 gramos de grillos triturados en el pan o los licuados. Luego vino un tiempo de “limpieza” que duró dos semanas más, y al terminar ese tiempo, se invirtieron las dietas.
Durante ambos períodos se tomaron muestras sanguíneas y de excreta y los participantes rellenaron un cuestionario respecto de actividad gastrointestinal antes de la primera dieta, y después de la segunda dieta.
¿Grillos a la cacerola?
A pesar de que el grupo no reportó ningún cambio en cómo se sentían, los científicos si detectaron un aumento en la enzima metabólica asociada con salud intestinal y una reducción en la proteína inflamatoria TNF-alpha en la sangre.
¿Qué significa esto en términos sencillos? Consumir grillos y otros insectos, puede contribuir en la creación de bacterias intestinales beneficiosas para los humanos, sin la preocupación por efectos secundarios negativos.
“Este muy pequeño estudio muestra que esto es algo que vale la pena considerar en el futuro cuando se promuevan insectos como una fuente de alimento sustentable”, dijo Valerie Stull, una de las científicas a cargo de la investigación.
¿Te animas a hacer la prueba?
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