En el último tiempo una nueva tendencia se ha vuelto muy popular entre las mujeres de todo el mundo, hablamos de la "placentofagia" o el acto de comer la placenta post parto, el cual supuestamente traería beneficios para la salud, tanto de la madre como del hijo.
Derribando el mito
Una investigación publicada por el "International Journal of Research in Medical Sciences", realizada por las doctoras nacionales Cleofina Bosco y María Eugenia Díaz, reveló que esta practica no tendría ningún efecto positivo para la salud de la madre, por lo contrario, sería perjudicial ya que su consumo podría provocar intoxicación a través de la lactancia.
"No existe ninguna demostración científica publicada que demuestre que comerse la placenta tenga algún beneficio para la madre o el niño. Muy por el contrario, se pueden producir infecciones y/o intoxicaciones por metales pesados".
La explicación es que la placenta es un órgano que funciona como "filtro de agua" durante el embarazo, por lo que retiene distintas toxinas como el plomo y el arsénico, que tendría graves consecuencias en su ingesta.
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