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Encuentran el mensaje más antiguo del mundo guardado en una botella y esto es lo que dice

Una familia australiana encontró, el mensaje más antiguo del mundo dentro de una botella. La hoja con el escrito fue arrojado al mar el 12 de junio de 1886 desde el barco alemán Paula y corresponde a la de mayor data de la que se tenga registro

Aunque parezca un cuento de piratas, no lo es, porque una familia australiana encontró en las costas de la isla de Wedge, el mensaje más antiguo del mundo dentro de una botella.

La hoja con el escrito fue arrojado al mar el 12 de junio de 1886 desde el barco alemán Paula y corresponde a la de mayor data de la que se tenga registro, superando a otra que fue encontrada anteriormente con 108 años de antigüedad, recoge El País.

El hallazgo ocurrió cuando Tony Illman caminaba con su esposa e hijos, a unos 180 kilómetros al norte de Perth, en el sudoeste de Australia, y divisó una "bonita botella vieja". Esta atesoraba en su interior un papel enrollado, sujeto con una cinta enlazada.

En su interior contenía un mensaje en el que el capitán de la nave, registraba la fecha, las coordinadas del barco y los detalles de su ruta en ese año. Además, en el reverso de la nota se pedía la devolución de la misma al Observatorio Naval Alemán o al consulado germano más cercano.

"Lo llevamos a casa y cuando lo abrimos tenía algo escrito a mano en alemán", contó Illman a la cadena ABC.

Al mismo tiempo, agregó que se contactó con el Museo de Australia Occidental y el arqueólogo marítimo Ross Anderson consiguió averiguar que era una botella de ginebra holandesa del siglo XIX. Anderson, más tarde habló con colegas alemanes y holandeses, quienes compararon el manuscrito con el registro del libro de navegación del Paula.

"Increíblemente, había una entrada del 12 de junio de 1886 en el que el capitán registraba que se había arrojado una botella por la borda", explicó. También, precisó que "la fecha y las coordenadas correspondían exactamente a la información en el mensaje".

El Observatorio Naval Alemán efectuó experimentos para entender las corrientes oceánicas con miles de botellas de ginebra holandesa que se arrojaron al mar desde barcos alemanes entre 1864 y 1933.


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