No soy crítico, soy fan. Cuando hablo de Star Wars me vuelvo niño.
Por eso, no voy a referirme a lo que se supone tiene de malo la película. Porque yo le veo poco malo.
Lo que tenemos entonces es una clásica película de Star Wars. Y ya con eso debería bastar.
Pero “The Last Jedi” tiene además varias cosas especiales. Por ejemplo, es mística. Se mete en cuentos e historias antiguas sólo exploradas en las series. Esa leyendas convierten a Luke Skywalker en un personaje fundamental. Tanto más, incluso que en la trilogía original.
Pero también, la película es un puente. Un puente en la historia. Es el paso casi definitivo al dominio total de la Primera Orden. Un escape angustioso. Pero también el traspaso del mando entre los viejos personajes/héroes a los nuevos.
También, “The Last Jedi” es una película equilibrada. No tiene exceso de nostalgia –siempre necesaria- y tiene varias sorpresas en personajes que en minutos te convencieron de algo que luego no sería así.
Y por último, lo más importante: es entretenida. Son poco más de dos horas y media de acción, tensión, angustia y explosiones maravillosas.
En resumen: si eres fan. Te va a gustar. Si no lo eres tanto, también. Y si crees que tienes midiclorias en la sangre, tal vez tengas algunos reparos.
No soy crítico, soy fan. Yo, aluciné.