Muchas veces, aunque no estemos cansados, si vemos bostezar a alguien, seguramente nosotros también lo haremos. Parece curioso, pero tiene una explicación lógica.
La clave se encuentra en la activación de una región muy concreta del cerebro, según una investigación de la Universidad de Nottingham, cuenta Muy Interesante.
El estudio afirma que el contagio del bostezo se origina en la corteza motora primaria del cerebro, que es la responsable de la ejecución del movimiento a través de los impulsos eléctricos de las neuronas.
Para realizar esta afirmación, 36 personas se sometieron a ver videos de personas bostezando y se les pidió que los contuvieran. Posteriormente, se contabilizaron todos sus bostezos, incluidos los reprimidos.
Con esto demostraron que el bostezo contagioso depende de la excitabilidad cortical y la inhibición fisiológica del córtex motor primario de cada persona, por la que la necesidad de bostezar es diferente en cada uno de nosotros.