¿A quién no le ha pasado? Has bajado lo suficiente de peso tras varios meses o años sometido a una estricta dieta, tu vida ha cambiado y te sientes como nunca antes lo habías sentido. Tu confianza es tal que decides abandonar o aligerar la intensidad de la dieta, pero en muy poco tiempo, y casi sin darte cuenta, recuperaste -e incluso aumentaste- todo tu peso perdido.
Esta resultaba ser una de las cuestiones más paradójicas de la nutrición y por mucho tiempo se atribuyó al hecho de que, quien abandona una dieta, comienza a recuperar fácilmente las calorías ocupadas a través de la ingestión de alimentos ricos en grasas y azúcares.
Hoy, esta hipótesis queda desechada, al menos, biológicamente. Pues la flora intestinal, aquel cultivo de bacterias que habita nuestros intestinos y que son vitales para los procesos digestivos, sería uno de los principales culpables del infame efecto rebote.
Científicos del Instituto Weizmann, en Israel, han descubierto que este grupo bacterial cuenta con una capacidad mucho más lenta de adaptación a los cambios, de la que tenemos nosotros como seres humanos. Es decir, una persona puede acostumbrarse a una dieta nueva, pero la flora intestinal tardará muchísimo más en asimilarla como "propia". Existe, en términos coloquiales, una suerte de "memoria de obesidad".
Para fortuna de quienes estén pensando en hacer una dieta hasta alcanzar su objetivo, este grupo de investigadores ha logrado determinar un algoritmo matemático que predice cuán severo será el efecto rebote.
Este cálculo fue basado en estudios sobre la flora intestinal de ratones y podría ser adaptado según los datos de la digestión humana.
Sin duda alguna, que este descubrimiento sienta nuevas bases para el desarrollo de técnicas nutricionales y la forma en que la alimentación se aborda para armar nuevos regímenes de comida.