Uno de los "campos de batalla" de la Guerra Fría fue la Luna. En la segunda mitad del siglo XX, Estados Unidos y la Unión Soviética se disputaban la supremacía en la carrera espacial y el satélite natural era el trofeo mayor.
Tras la llegada del hombre a la Luna en 1969, le siguieron otras misiones en años posteriores. Una de ellas fue la de la misión Apolo 15, el cual se lanzó el 26 de julio de 1971. En esa nave iba David R. Scott, comandante de la misión y quien días antes se había reunido en secreto con el artista belga Paul van Hoeydonck.
Scott le propuso realizar una obra en memoria de los astronautas que habían perdido la vida en la exploración del espacio. Iba a ser dejada en la superficie lunar. Sin embargo, esto debía mantenerse en estricto secreto y su nombre nunca debía conocerse.
También le dijo al artista que no debía representar ninguna etnia en particular y que debía ser algo ligero, nada muy pesado. Por último e igual de importante, la estatua debía estar construida en un material que pudiera hacer frente al ambiente extremo de la Luna.
Ya en el satélite natural, Scott fotografió el monumento pero reveló su existencia recién al llegar a la Tierra. El público no supo de esto después de bastante tiempo. Fue el periodista Walter Cronkite lo reveló con motivo de la misión Apolo 16 en 1972.
Tras conocerse la noticia, el artista Van Hoeydonck aseguró que él era el autor y que el acuerdo con el astronauta nunca fue que su identidad debía mantenerse anónima.
El artista decidió hacer réplicas de la obra y venderlas en una exposición de arte. A pesar de que esto iba en contra del acuerdo que había tenido con Scott, Van Hoeydonck no hizo caso.
Sin embargo, hasta el día de hoy solo ha recibido dinero por la venta de un solo objeto, debido a una audiencia judicial que abrió el Senado estadounidense por sospechas de que los astronautas se hubieran beneficiado de los viajes espaciales.