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Bitácora del día 4 de Lollapalooza Chicago: Ahora ya

Nico Castro nos relató el cuarto día de Lollapalooza Chicago en directo desde Estados Unidos.

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Puede resultar paradojal que, en el día más cargado al pop del festival, y mientras miles de teléfonos se levantaban al unísono para registrar su entrada triunfal como número de cierre, Arcade Fire entregara su renovado mensaje que apunta a la cultura de la inmediatez y la relación de hoy en día con la tecnología. El quererlo todo aquí y ahora.

Antes de ellos, la gran explanada que une los escenarios Grant -el principal- con el más pequeño Lake Shore recibió hordas de jóvenes ansiosos por ver algunos de los fenómenos pop más hot del momento. Machine Gun Kelly era un buen ejemplo, desde temprano: un rapero y actor que mezcla lo suyo con guitarras distorsionadas que lo acercaban a una versión 2017 del aggro metal. De hecho, hizo un cover de "Numb" de Linkin Park, develando una inspiración que hablaba por sí sola.

Luego fue el turno de las estrellas de la tarde: primero la estadounidense Maggie Rogers, conocida por haber dejado boquiabierto a Pharrell Williams con una canción suya mientras éste daba una charla en su universidad; luego, el muy festivalero y repleto show de la inglesa Charli XCX, quien desplegó un arsenal de hits propios (la recién estrenada "Boys"), de su autoría para otros ("I Love It" de Icona Pop) y ajenos ("Wannabe" de las Spice Girls, a dúo con Halsey como invitada); más tarde, la sueca Tove Lo demostrando su crecimiento en vivo y el fuerte arrastre del público (sí, también hubo topless); y, para finalizar el bloque popero, la sofisticación del trío London Grammar, quienes armaron un excelente show pese a perder la batalla de la popularidad con el rap de Lil Yachty y Big Sean que se desataba al otro lado del parque.

En ese contexto, lo de The Shins era casi una anomalía. Un respetadísimo nombre del indie rock estadounidense que, pese a tener algunas canciones insertas en el colectivo de su país, nunca explotaron a grandes niveles de masividad. James Mercer, líder y único integrante original, se veía visiblemente feliz y emocionado de tener tanta gente en el escenario principal. Y si existían dudas de quien escribe sobre cómo podían desempeñarse en un escenario tan grande al aire libre por el sonido que manejan, quedaron rápidamente despejadas. Un setlist generoso con los primeros discos y una interpretación apasionada, que va desde momentos lentos a otros más potentes. Resulta casi criminal que a estas alturas aún no hayan bajado hasta Chile. Ojalá pase luego, en el contexto que sea.

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Pero ya venía el plato fuerte del día. Y después de escuchar una chillona y sobreactuada presentación de Grouplove, queríamos tener a Arcade Fire poniendo orden ahora ya. Había curiosidad en el aire por verlos después de un disco que ha generado opiniones muy divididas, como nunca antes en su carrera. Al mismo tiempo, y en el contexto que ya hemos expuesto, Zeds Dead ganaba por paliza el duelo de dúos electrónicos que cerraban el festival a Justice. Los franceses no lograron juntar mucho púbico en un escenario grande, quedando expuestos casi como un número nostálgico para la juventud dominante en el parque.

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Pero volvamos al escenario Grant Park y los canadienses. Con el honor de cerrar el festival, resultó curioso que juntaran más gente solamente que Muse, habiendo un poco menos que para The Killers y mucho menos que para Chance The Rapper, el más popular del fin de semana. Más allá de la convocatoria, la banda demostró que no tienen rivales en su generación en cuanto a show en vivo. Con excelentes juegos de luces y visuales, además de perfecto uniforme alusivo al nuevo disco, Arcade Fire tocó una hora y media sin respiro.

Para los que no amaron Everything Now, les tengo la voz de la tranquilidad: en vivo las canciones nuevas suenan mejor. Mucho mejor. Cobran sentido en su condición de himnos, y la interpretación de una banda cada vez más avezada en el manejo de sus recursos ayuda a que ganen en potencia, épica y hasta calidad.

El resto, una sucesión de éxitos sin parar que dan cuenta de que no sólo tocan mejor que la mayoría de sus pares, sino que además lucen una discografía que ya pinta para clásica, dándose el lujo de dejar algunas favoritas de fanáticos simplemente porque no hay más tiempo. No es raro imaginárselos como esas bandas longevas que tocan 3 horas sin problemas, como The Cure o los Rolling Stones.

El cierre fue marcado por un cover a John Lennon, que incluía guiños a Bowie y Radiohead, que migró el mensaje de la crítica al amor. Al cuídense entre ustedes y al literal "no crean todo lo que leen", que soltó Win Butler antes de bajarse. Después de una demostración así, nos tendrán que saber perdonar, pero queremos que llegue el 11 de diciembre ahora ya. Y después de esta inolvidable experiencia festivalera, ni hablar de marzo 2018.


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