La vista seguramente es uno de los sentidos que más tenemos desarrollados. Sin lugar a dudas, acudimos a nuestros ojos para corroborar todo lo que sentimos u olemos alrededor nuestro. Sin embargo, nuestra vista tiene directa vinculación con nuestra audición.
En ese sentido, ¿qué pasaría si existe una disonancia entre lo que vemos y lo que escuchamos?
La nota de Gizmodo nos habla del "Efecto McGurk" y cómo reaccionamos ante esta situación. El ejemplo para explicar este fenómeno lo propone Michael Abrash. Comienza por ver este video y fijarte en qué está diciendo la chica:
Suena: bar, bar, bar, bar... ¿no es cierto?. Ahora mira el otro video y nuevamente concéntrate en la cara de nuestra protagonista ¿Qué está diciendo ahora?
Suena: far, far, far, far... ¿no?
La verdad es que la pista de audio es la misma que en el anterior. La chica continúa diciendo bar, bar, bar, bar... pero nuestro cerebro no interpreta ese sonido, sino "far".
La razón es que sus labios están pronunciando esa sílaba y no la que escuchamos.
Nuestro cerebro no solo escucha lo que dice, sino que también lee sus labios para aportar información complementaria. Cuando esa información no concuerda, tendemos a confundir el vocablo porque estamos acostumbrados a confiar mayormente en nuestra vista.
El efecto McGurk debe su nombre al psicólogo cognitivo Harry McGurk, quien descubrió casualmente esta disonancia en 1976 después de grabar un video en el que se pronunciaba un fonema diferente al que se escucha para comprobar cómo perciben el lenguaje los niños.