Está por todos lados. Las calles, los lugares de trabajo y las escuelas se han rendido ante el popular spinner, el juguete de moda.
Pese a que su fama ha explotado durante los últimos meses, el artículo fue creado hace 20 años por Catherine Hettinger para su pequeña hija, Sara.
Sara sufre miastenia gravis, una enfermedad autoinmune que debilita sus músculos. "No podíamos jugar juntas, así que comencé a inventar cosas, luego otras y así fue tomando forma la idea", relató la mujer a The Guardian.
En ese entonces, Catherine fue mejorando el invento y 2 mil personas lo probaron, logrando así registrar su idea en la oficina de patentes y marcas de Estados Unidos. En 1997 consiguió todo los derechos y llamar la atención de Hasbro, cuyo interés decayó en último minuto.
Pese a ese fracaso, la mujer consiguió mantener la patente del juguete, pero en 2005 un mal momento económico le impidió pagar la renovación. Así fue como esos 400 dólares pudieron haberse convertido en una fortuna para la mujer.
Por lo mismo, tras la masificación del spinner los únicos que han conseguido ganar dinero son los fabricantes, mientras que para su creadora todo es ingratitud.
Actualmente, Catherine ni siquiera tiene dinero para llegar a fin de mes y mucho menos para pagar las deudas que la acosan. "Es un reto ser inventor. Sólo alrededor del 3% de las invenciones ganan dinero. He visto otros inventores hipotecar sus casas y perder mucho. Es difícil", confesó.
Y aunque la fama del juguete podría haber significado un cambio radical en su economía, la mujer no se complica demasiado. "Varias personas me han preguntado: '¿No estás enojada por todo lo que pasó?' La verdad no. A mí me complace que algo que diseñé sea para que la gente disfrute y se divierta", remató.
