La Semana Santa es el periodo del año en el que más pescado se come y de hecho, uno de los milagros de Jesús fue repartir cinco panes y dos peces entre una multitud de fieles, y hasta sobras quedaron.
La pregunta que muchos se hacen es por qué no se comen carnes rojas para esta fecha. La respuesta está en hacer penitencia.
Para muchos el hecho de comer carne es algo placentero y el no hacerlo es un acto de penitencia, de abstención y de hacer un sacrificio en nombre de Jesús.
Las normas del Código de Derecho Canónico, publicadas en el sitio Vatican, en su canon 1.251 dicen:
"Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo".
Pero no todos los católicos deberían estar obligados a cumplir con esto, según el canon 1.252, que dice:
"La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia".
Si bien es una práctica que está reglamentada por el Derecho Canónico, algunos religiosos afirman que la tradición de no comer carne puede ser reemplazada por otros actos de sacrificios.
Según el diario Clarín, en un artículo publicado en el año 2007, el sacerdote Sergio Buenanueva que era vocero en ese entonces del arzobispo de Mendoza, afirmaba que si el pescado subía de precio, entonces los católicos podían optar por alimentarse incluso con carne vacuna.
"La Iglesia no prescribe comer pescado el Viernes Santo, pero si comprarlo resulta más caro que la carne vacuna, ahí cada cual puede decidir qué hacer", aseguraba el religioso.