Bastián Ükeline es un chico que nunca imaginó lo que viviría en la jornada del Censo que se realizó de este 19 de abril.
El muchacho estaba encuestando a las personas en sus casas para cumplir con este trámite, al igual que otros 500 mil voluntarios, hasta que llegó a la casa de la señora Teresa.
Ella muy amablemente lo recibió y le empezó a contar sobre su vida, mientras el chico llenaba el formulario. Fue ahí cuando nació una mágica conexión.
La mujer le comentó que no veía a sus hijos hace años, que una de sus hijas había muerto y que vivía sola. Le alegraba recibir una visita.
La abuela Teresa, como forma de demostrar su cariño le llenó de yogur, galletas y gaseosas su mochila. "Juro que intenté decirle que no, pero de alguna forma logró llenarme de comida la mochila y su gesto estaba lleno de tanto amor que no podía seguir negándome. No entendía, pero el cariño no se hizo para entenderlo", dice Bastián en su relato.
Cada voluntario que censó, recibirá un pago de 15 mil pesos, pero para este muchacho la paga será mucho más grande.
"Me inscribí en el censo porque dije: 'en 2 meses serán 15 lucas que no tendré', pero si me dijeran que no hay pago monetario y supiera que conocería a alguien como usted, sería su censista todas las veces que fuera necesario", finaliza en su post en Facebook.