Andrew Rork Getty, el heredero de una dinastía petrolera de San Francisco, Estados Unidos, estuvo por más de 10 años escribiendo y rodando una película basada en sus propias pesadillas, derivadas de su adicción a las drogas, y el resultado es aterrador.
Para llevar a cabo el quijotesco proyecto Getty se sirvió de la fortuna familiar. Según el productor Michael Luceri, la cinta "The Evil Within" le significó al filántropo una inversión de casi 5 millones de dólares, lo que terminó hundiéndolo en la bancarrota, consigna el sitio Playground.
La cinta cuenta la historia de un hombre con dificultades de aprendizaje que empieza a cometer crímenes bajo la influencia de su malévolo reflejo. Para esto Getty se toma todas las libertades autorales posibles: los personajes aparecen y desaparecen sin explicación alguna; los interludios surrealistas no parecen tener ningún peso en la trama y el guión toma frecuentemente rumbos inexplicables.
Lo más destacable es la estética que presenta. Los efectos especiales, con mucho látex y animatronic es un deleite para los aficionados al cine de terror que se hacía en los ochenta. "The Evil Within" se acerca bastante al horror onírico que conquistó la taquilla con películas como la saga Pesadilla en Elm Street de Wes Craven.
Si bien el rodaje de la cinta se inició en el 2002, ha tardado más de 15 años en ver la luz. Recientemente, gracias al servicio de streaming de Amazon como a Vision Films, la película se está convirtiendo en una obra de culto entre los fanáticos del terror más extremo.
Sin embargo, Getty falleció el 2015, a la edad de 47 años, sin ver su obra estrenada. La muerte prematura de Andrew tiene una explicación que, a la vez, sirve para entender lo intenso de sus pesadillas: el director murió a causa de una hemorragia provocada por el uso reiterado de metanfetamina, la droga a la que era adicto y que inspiró su única película.