En una hoja de papel blanco, con una letra desordenada y dejando que su pensamientos fluyeran. De esa forma fue en la que Kurt Cobain plasmó los discos que más lo marcaron, aquellos que le abrieron un nuevo mundo y muchos de los cuales lo llevaron al lugar en donde tocó el cielo y finalmente cayó al suelo.
Hoy, a cincuenta años de su nacimiento en aquella ciudad del norte de Estados Unidos, recordamos aquella lista. Sería fácil leer sobre él, escuchar anécdotas y revisar entrevistas a sus amigos o cercanos, pero acá haremos algo un poco más difícil con esa enumeración de discos y bandas. Incluso se podría decir que algo casi imposible.
La cabeza de un artista es un lugar extraño, ajeno, lleno de simbolismos que para otros no significan nada y que muchas veces presentan callejones sin salida, oscuros y abandonados. Esos mismos caminos fueron los que finalmente lo frenaron, lo acorralaron y lo guiaron a terminar con su vida en abril del 94.
Pero he ahí el desafío: pasear por los discos que musicalizaron sus interminables viajes dentro de aquella mente. Además, intentar descifrar qué cosas se tomaron, cuáles se dejaron y cuales se llegaron a reinterpretar para ser plasmadas -explícita e implícitamente- dentro de la música del conjunto de Seattle.
Entonces, lo mejor es apretar play y dejar que corra. No hay que saber quienes son, cuándo se separaron o si todavía siguen sacando música. En lo único que hay que pensar es en aquello que une todo: Kurt Cobain.
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