No vamos a culpar a alguien que asegure haberle perdido la pista a los Flaming Lips en los últimos años. Ya sea por cansancio de tanta extravagancia o simplemente por el olvido que puede producir en el público una banda que no saca hits hace casi una década.
Pero quizás su movida más significativa del último es la que menos lo parecía y la que más hace sentido hoy, cuando publican su disco número ¡14! No, no nos referimos a hacer un disco de covers de Sgt. Pepper's de los Beatles, ni de poner la sangre de los colaboradores como regalo a los que compraban la edición de lujo.
Oczy Mlody es una frase en polaco que significa "ojos de la juventud". Y lo que uno se encuentra en estas canciones es a una banda que volvió a pasarlo bien. Por eso no es coincidencia que esa movida que parecía tan irónica (hacerse amiguis de Miley Cyrus y funcionar como su banda de apoyo en el disco en que la ex estrella Disney se sentaba arriba de la industria musical y sus cánones) resultó ser la que los trajo un poco de vuelta a la vida.
Porque, antes de esos experimentos raros que rozaban la autoindulgencia, vino un disco lúgubre que retrataba el quiebre del líder, Wayne Coyne, con su pareja de años. En Oczy Mlody vuelven a jugar y reinventar ese género del que son maestros: el pop psicodélico. Quizás no todos los experimentos en el disco les salen perfecto. Hay momentos que no cuajan del todo, pero éste es el sonido de una banda que sigue mirando para adelante y se niega a descansar en sus logros o girar para celebrar los no-sé-cuántos años de sus mejores discos. "Para qué, si lo pasamos mejor reiventando lo que hacemos", parecen decir. Y eso por sí solo vale la pena una escucha.