Hoy en día, cinco años pueden ser una eternidad. La necesidad por renovar el sabor del mes es aún más exacerbada en tiempos de Internet y eso puede hacer que un artista pierda su oportunidad por llegar un poco antes o un poco tarde. Por lo mismo, qué distinta se siente la época en la que The xx lanzaron su segundo disco, en 2012. Política y musicalmente, todo eso se siente un mundo aparte. Al trío inglés siempre le fue bien en la suya. Su disco debut fue un éxito instantáneo en el nicho en el que se movían, y el segundo -Coexist- vino a perfeccionar esa fórmula de canciones íntimas, susurradas y pensadas para sesiones de escucha en soledad o, a lo mucho, en reuniones de a dos.
En estos cinco años, el mundo cambió. También lo hicieron sus integrantes. Sobre todo Jamie xx, el sostén del grupo, que se encarga de las labores de producción. Su reputación creció y su disco debut como solista lo mostró en un estado más luminoso y le permitió saciar un gusto por la pista de baile que vivía oprimido en su banda. Por eso no extraña que, con esa nueva confianza, y con la necesidad del grupo de tocar en escenarios cada vez más grandes, haya salido lo que salió en I See You, su recién estrenado tercer álbum.
Quienes estuvieron desde un principio tienen todo el derecho de sentir que algo se quebró en su relación con el grupo. Y están en todo su derecho. Cuando uno se enamora de una banda que tiene un sonido tan fácilmente identificable, probablemente no quiera que cambie. Pero el grupo está en todo su derecho de evolucionar hacia donde quiera. Para muchos será como encontrarse con esa ex que te da gusto ver tan bien, pero con la que ya no tienes nada que conversar. El mundo cambia; las personas, también. Y las bandas, sobre todo cuando se componen de gente inquieta, están su obligación de hacerlo. Quizás algunos quedan en el camino, pero en esta nueva etapa de The xx serán muchos más los que salten en la dirección opuesta. Ya no te pertenecen sólo a ti, ahora los ingleses son de todos.