Si para una es un drama y lata estar deletreando tu nombre cada vez que lo dices para que lo anoten bien, para la gente con apellidos largos o complicados debe ser una tortura peor.
La Nación de Argentina publicó este mes una nota llamada "Impronunciable: la odisea de vivir deletreando el apellido", donde cuentan varias historias, como la de Flor Vrljicak -apostamos que llegaste a la R y no supiste qué hacer.
"La situación más desopilante la vivió hace algunos meses en una agencia de viajes. Le pidieron el nombre completo, empezó a deletrearlo y entonces...: 'No, señora, no necesito su código de reserva, sólo su apellido'", dice parte del artículo que te dejamos más abajo, y que es el karma de muchos.