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Anton Newcombe: "Mi intención era entrar en la historia como alguien que siempre hizo lo que quiso"

Equipo Rock&Pop |

En exclusiva, Nico Castro conversó con el genio detrás de The Brian Jonestown Massacre, respetada banda de rock psicodélico que aterriza por primera vez en Chile este fin de semana, en el Fauna Primavera 2016. Y sobrevivimos para contarlo.

Cuando salió el cartel del Fauna Primavera 2016, muchos gritaron por Primal Scream, Air o, los más jóvenes, por Courtney Barnett o incluso Kurt Vile. Los más grandes, y los que llevan más tiempo en esto de crecer sin la costumbre de que tus bandas favoritas vinieran a Chile, no podían creer uno de los nombres que ahí aparecía: The Brian Jonestown Massacre confirmado en Chile. En serio. No era broma. Y lo que hacen con un excelente nuevo disco, fieles a su costumbre de nunca dejar de hacer y hacer música.

La banda, que desde su fundación en 1990 ha sido liderada por Anton Newcombe con una serie de músicos alrededor, es de ésas que quizás nunca haya nacido para tener una audiencia masiva, pero sí como para inspirar con fervor a quienes los escuchan devotamente. En Chile, la muy aplaudida escena psicodélica joven le prende velas.

 

Con toda esa genialidad viene una personalidad errática y complicada. Como bien retrata el genial documental DIG, el músico estadounidense tuvo una rivalidad con su banda más cercana, The Dandy Warhols, que con el tiempo creció para ser más grande y popular que ellos. Pero esa actitud parece haber quedado atrás, junto con varias adicciones a las drogas y el alcohol. Lo que no quita el susto terrible de quien escribe al momento de llamarlo por teléfono, ya que en no pocas oportunidades había cortado entrevistas a la segunda o tercera pregunta con insultos.

Igual, la idea de tener grabado un insulto de Newcombe no era una mala medalla para tener. Pero, en vez de eso, obtuve una conversación que duró el triple de lo pactado, que se paseó por política, historia, geografía, adicciones, cultura selfie y, por supuesto, música. Y si bien no me insultó, sí me jugó una broma de entrada.

Dejamos la conversación íntegra para los más fanáticos:

(Suena el teléfono)

Anton Newcombe: ¡Te dije que no llamaras a este número!

Nico Castro:… ¿Aló?

A.N: ¡Te dije que no me llamaras nunca a este número!

N.C: Eh… pero…

A.N: Jajaja, estaba bromeando.

N.C: Oh…

A.N: Perdona, amigo. Era una broma.

N.C: Jajaja sí, ahora veo…

A.N: Disculpa, casi siempre lo hago. Es que no me importa nada.

N.C: Así he escuchado y así he leído también.

A.N: Es la única forma de vivir. La única.

N.C: ¿Te parece?

A.N: Es que, ¿sabes? Hay que pasarlo bien.

N.C: Sin tener miedo a nada y haciéndole bromas a la gente.

A.N: Sí, hay que sacar el mejor provecho posible de las cosas.

 

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N.C: Y ahora estás en tu casa en Berlín, ¿cierto?

A.N: Bueno, estoy en mi estudio, pero vivo en Berlín así que podemos decir que sí es mi casa.

N.C: Y tu estudio puede ser considerado como tu casa por toda la música que haces, ¿no?

A.N: No mucho. La verdad es que creo en eso de “ir a trabajar”. A cualquier hora, da lo mismo. Pero creo en el proceso de ir a un lugar y luego irse de vuelta. Alguna vez tuve un estudio y, cuando empecé a ganar plata y armar una banda vivíamos ahí como en la película de los Monkees o los Beatles, con el sueño de despertarse y tener todo ahí listo para hacer música. Pero al final eso no funcionó porque estaban todos drogándose y sólo yo haciendo música. Después me mudé a un lugar gigante en Hollywood Hills. Cerca de Johnny Depp y Kate Moss, ¿entiendes? Y ahí era yo el que hacía drogas, jajaja, así que tampoco hice mucho ahí. Eventualmente me di cuenta de que no quería trabajar en una bodega, así que mi estudio ahora es un casa. Un lugar donde pueden venir visitas, cocinar y todo eso.

N.C: ¿Y cómo te va con el alemán? ¿Es cierto que aprovechas de trabajar extra mientras aprendes el idioma porque no te puedes relacionar mucho con la gente?

A.N: No es tan así, pero sí me ha sido difícil. Aprendo lo que puedo, no sé. Yo puedo entender las reglas del inglés. Puedo armar una frase coherente con unas 25 palabras, y la mayoría de los adultos en Estados Unidos pueden hacer eso. Pero no creo entender las reglas del alemán. ¡Son tantas! ¡E inventan tanta mierda! Agarran palabras y las juntan.

N.C: Hay palabras largas que significan como tres o cuatro cosas.

A.N: ¡Exacto! Tienen una palabra como de 50 letras que quiere decir algo como “el capitán del barco que ves fumar afuera” o algo. Es como… ¿qué? Una locura.

N.C: ¿Pero te gusta ahí?

A.N: Bueno sí, me gusta. Existe una buena combinación de gente.

N.C: ¿No echas de menos Estados Unidos?

A.N: No. Lo que sí extraño es la comida mexicana.

N.C: Jajaja me imagino, sobre todo en California.

A.N: Claro, pero me refiero a la verdadera. No esa mierda de Taco Bell. Es tan rica y tan compleja. Cada zona de México tiene su especialidad y eso la gente no lo entiende. Todos piensan que la comida mexicana es una sola, como la china. Yo creo que pelea ahí con las mejores del mundo, tiene el balance perfecto entre los ingredientes. Y luego vienes para acá y vas a comerte un burrito y es una mierda hecha por un hippie que pareciera como si Gwyneth Paltrow se la pusiera en la cara antes de dormir.

N.C: Jajajaja.

A.N: Jajaja y yo no quiero eso, ¿entiendes? No quiero esa mierda orgánica, quiero que le ponga todo ahí.

N.C: Y mientras vives lejos, ¿cómo vives este momento actual de tu país? Uno tan… no sé cómo decirlo.

A.N: Hecho mierda.

N.C: Claro. Te he leído en redes sociales criticar mucho también a Hillary Clinton.

A.N: Sí, esta mierda es de toda mi vida. Toda la información está ahí. En Wikipedia, en todas partes. Todos lo saben pero a nadie le importa. Si quieres hablar de Sudamérica, también está todo ahí. Kissinger se estaba jodiendo a todos. Tomemos un tiempo para reírnos de eso. Estaban tirando gente desde helicópteros a miles de pies en Argentina y Chile. Haciendo que tu papá o tu mamá desaparecieran como si nada. ¡Sabemos que hicieron todo eso! Así ha sido toda mi vida. Estoy acostumbrado, pero apesta.
La parte opuesta puede ser algo lindo. Sin siquiera abrir mi boca la gente puede tratarme con la mente abierta. Cuando era niño uno veía estas revistas como National Geographic, donde mandaban a fotógrafos a lugares como el Amazonas, Afganistás y todos estos lugares. Y tu familia las tiene ahí y es como educación para tus hijos y todo eso. Pero aquí estoy: hoy soy un yanqui estúpido y no me quieren recibir en ninguna parte.

N.C: O sea para ti la situación hoy es entre elegir entre lo malo y lo peor.

A.N: Sí, algo así. Siempre te dicen que hay que tratar de elegir el menor y toda esa mierda. Y tienes que ir así por la vida. Supongo que lo que quiero decir al respecto es que no es sólo como que tú tienes una industria militar imperialista repartida por el mundo que no puede perder. Cuando abres el libro de reglas de la CIA debe decir “gana”, ¿sabes? Nada más. No hay Dios ni Jesús. La consecuencia de la gente que decide ignorar eso te va a decir cosas como que nunca la economía ha sacado a tanta gente de la pobreza. Y uno ahí es como… “de qué mierda me estás hablando? Nadie te ha dado nada”.

 

 

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N.C: ¿Y toda esa situación ha sido catalizador para la música que haces?

A.N: No, no. Pero al menos elijo ser consciente de eso en un mundo en el que está lleno de gente que elige por un lado volverse a meditar, hacer yoga, comer comida macrobiótica y correr 20 horas cuando vuelven del trabajo, que es comprar casas para venderlas o mover acciones, y por otro ignorarlo y drogarse y tomar. Esa dinámica te jode más que participar de toda esa mierda. Creo que te jode más que ser un soldado. Porque, si eres uno, simplemente sigues órdenes y debes aprender a vivir con eso. Pero aprender a ignorar la realidad es muy loco. Un soldado aprende a enfrentarla.

N.C: ¿Y en Alemania cómo es?

A.N: Lo que yo veo desde acá es que en todas partes se está moviendo todo hacia la derecha. Cuando yo era chico, lo que era republicano hoy es considerado de izquierda. Ahora estos conservadoras idiotas son izquierdistas supuestamente. Por eso elegí venir para acá, porque con toda la historia reciente del nacional socialismo, acá existen instituciones que resguardan qué tan lejos puede ir un gobierno.

N.C: Y cuando abordas un concepto como el de tu último disco…

A.N: Déjame retroceder un poco.

N.C: Sí, dale.

A.N: No necesito ningún estímulo exterior para hacer música. Simplemente hago música y escribo de lo que quiero. Lo que quiero decir es que si has sido políticamente consciente toda tu vida, en cierto punto te vas a volver loco. Porque no puedes querer para el resto de la gente lo que esa gente ni siquiera sabe si quiere o no. Una cosa es ser el Che Guevara e ir a Cuba, donde nadie quiere a Batista. Pero vas a otro lugar y no es así. Tienes las FARC, por ejemplo, ahí 50 años en la jungla por algo, ¿no? Así que no puedes querer cosas por otros. Tanta consciencia al final lleva a ti mismo. Igual puedes ser un hombre sabio y estar al tanto de eso. Pero me fui en cualquiera, ¿cuál era la pregunta? Perdona, no quiero que te quedes vagando en una zona confusa de mi mente.

N.C: No, pero ya me contestaste. Estaba intentando saber qué hay detrás de tanta música que escribes. Por ejemplo, otra duda que tenía era lo que me dijiste hace un rato sobre las drogas. Que o tú o el resto se drogaba y ahora que estás sobrio, haces música sólo porque te gusta hacerlo. Ahora eres un hombre de familia y tienes otras preocupaciones. ¿Es muy distinto trabajar así?

A.N: Quiero decirte que, cuando estás en una banda de rock, el único trabajo que tienes es tomarte todo ese alcohol de regalo que te llevan al backstage, ¿sabes? Donde crecí, la gente tenía mucho dinero. Pero con la gente que fui al colegio terminó en la cárcel o muerta. Uno pensaría que hay más drogas donde la hacen, pero hay más cocaína en Estados Unidos que en Sudamérica. Porque la hacen para venderla para allá, ¿sabes? Y todo ese proceso te mata. Tomar y drogarte te jode la audición. Lo primero que pasa cuando dejas de tomar y drogarte es que empiezas a escuchar mejor. Es como… “wow”. Te afecta tanto la presión de la sangre que cambia completamente. Te das cuenta de que habías estado escuchando la música de otra forma. Aparte de eso, me sigo poniendo nervioso cuando voy a tocar, y ese sentido es una lástima no estar tomando. Pero la verdad es que ya no tengo razones para tomar.

N.C: ¿Sientas que estás más enfocado ahora?

A.N: No sé si lo pondría así. Sí creo que ahora no estoy todo el tiempo como un loco de mierda. Como si fuera un puto chamán inca que viaja en el tiempo desde mi estudio, porque nadie me detiene. Porque yo soy mi jefe y yo pago mis cuentas. Pero ya no quiero hacer eso. Ahora prefiero ser realista. Tengo a mis hijos y quiero estar ahí relajado para ellos.

N.C: Pareces súper al tanto de lo que pasa en Sudamérica también, por eso me parece…

A.N: ¡De todas partes! Me importan todos los lugares, pero sigue…

N.C: Lo que digo es que, en general, cuando entrevistamos a gente de otras partes, no sé, del primer mundo, no saben mucho del lugar al que están viniendo. Así que, cuando vienes a Chile…

A.N: No, pero a ver, déjame ver cuántos países puedo nombrar de Sudamérica sin hacer trampa.

N.C: A ver, dale…

A.N: Paraguay, Uruguay, Guyana, Guyana Francesa, Brasil, Colombia, Chile, Perú, ehm… quiero decir…

N.C: ¿Ecuador?

A.N: Sí, Ecuador por supuesto. Pero quiero decir otro de los chicos que están arriba, con las Guyanas.

N.C: ¿Antillas?

A.N: Sí, eso creo. Pero bueno, puedo decir varios.

N.C: Así veo. Estoy sorprendido y honrado.

A.N: Jajaja, ¿ves?

N.C: ¿Cómo te sientes, entonces, viniendo a un lugar del que sabes, del que te preocupas, pero que nunca antes has venido?

A.N: La verdad es que me enojé porque quiero que Bolivia tenga al menos un pequeño acceso al mar, así que guardo algo de rencor.

N.C: ¿Contra Chile? Veo que de verdad sabes mucho de la zona.

A.N: No, no necesariamente. Podría ser Perú también. No estoy diciendo que Chile debería renunciar a su tierra. Podrían construir un túnel.

N.C: Es complicado. Es una pelea que viene de muchos años.

A.N: Lo sé, pero te digo… siempre hay alguien detrás de todo eso.

N.C: Claro, pero en general Chile es visto como el vecino malo del barrio.

A.N: Es que Bolivia, al tener el único líder indígena de la región… Ese tipo tiene una meta clara en su cabeza, ¿sabes? Está trabajando como contra la corriente. Pero, en fin, estoy tan entusiasmado de ir hasta allá y que la gente se divierta. Hace un tiempo dije cosas estúpidas. No sé, la primera vez que hablé con alguien sobre ir a Chile, le decía “mierda, no quiero ir a Chile”. Ni siquiera sé por qué dije Chile específicamente, porque conozco gente de varias partes. Por ejemplo este tipo, Jorge, que se va a casar con mi ex esposa francesa, y que ha hecho música toda su vida. Lo conozco hace años. Y su tío es como el presidente de Uruguay, o era, no sé. Es una de esas familias. Y siempre le decía “no quiero ir hasta allá. Va a ser para pura gente rica, para tus amigos”. Pero luego mi conciencia cambió, porque entendí que no existe la clase media en ninguna parte. Eso es una ilusión, y lo sé porque he tocado en todas partes. Si hubieras ido a Inglaterra en la época de nuestros abuelos, todos habrían estado tomando en un pub, todos los días de la semana, porque la vida no pasaba tomando en una casa. ¿Y ahora qué? ¿Una vez a la semana la gente sale a tomarse un par de cervezas? Es un cambio gigante.

N.C: ¿Entonces estás diciendo que tocas para gente rica en todas partes?

A.N: Es carísimo ir a conciertos, sí, pero también estoy diciendo que mi ilusión es que no habría clase media. Un buen ejemplo ahora es que yo no tengo ningún control sobre donde toco. Pero déjame contarte de un error que ocurrió en mi cabeza la primera vez que pensé sobre ir a tocar a Sudamérica. Era en Sao Paulo, antes de los Juegos Olímpicos. Mi visión era que existía una clase trabajadora y clase media en la favela o algo. Esa era mi ilusión. Ahora sé que eso no existe y que no tengo control sobre eso en la mayoría de los lugares donde voy.

N.C: Además que en lugares como éstos, acceder a música como la tuya no es fácil. Partiendo por la barrera del lenguaje.

A.N: Sí, es cierto.

 

 

N.C: Así y todo, hay una camada de bandas jóvenes que dicen que tú eres una gran inspiración y que están muy felices de que vengas al fin.

A.N: Eso es un honor, porque estoy muy interesado en la música, no en la mierda del rockstar. Mi única intención era entrar en la historia popular como alguien que hizo lo que quiso. Eso no quiere decir que yo quiera que creas que soy mejor que el que vino antes de mí o algo. Sólo quiero dar el ejemplo de que tú puedas estar en el lugar que quieras y hacer lo que quieras, y seguir haciéndolo si estás dispuesto.

N.C: Hay una diferencia entre ser famoso y ser reconocido. ¿Te sientes cómodo con la idea de ser esto último?

A.N: Bueno, cambia constantemente. En el último viaje que hice, hay ciudades en las que no puedo siquiera bajarme del bus, ¿sabes? Sobre todo con todo esto de la cultura selfie que estamos viviendo. Yo sólo quiero compartir con la gente, fumarnos unos cigarros y escuchar al DJ tocar al aire libre o algo, pero hay como 500 personas queriendo tomarse una selfie contigo. Es un nuevo fenómeno en nuestra cultura. Eso es lo único que odio. Ser un prisionero de eso es un chiste. Y la gente le da tanta importancia en sus vidas estúpidas. “Oh, miren esta gran noticia, alguien le robó sus anillos a Kim Kardashian”, jajaja. Tienes toda esa plata, usas millones de dólares en tu mano y no eres capaz de pagarle a alguien que te proteja. ¿Sabes cómo era antes? Los viejos, la gente como Carnegie o Rockefeller. Todos ellos eran dueños de todo. Se jodían a todo el planeta. Tenían todo el acero, el petróleo que construyó el mundo. Ellos cuando se bajaban de su carruaje, que era negro y no tenía oro, tenían sólo un buen traje. Entraban a su oficina, hacían su trabajo y se iban a sus casas gigantes en la parte linda de la ciudad. Eso era todo. Quizás en privado comían oro, pero no se lo mostraban a la gente en la calle. Porque la gente con hambre los hubieran matado a golpes. Y por qué no lo harían. Ahora estos idiotas andan mostrando todo. Deberían haber ido a los Juegos Olímpicos y andar por ahí ostentando en las calles de Río a ver cómo les va.

N.C: Jajaja.

A.N: ¿Sabes de lo que hablo, cierto?

N.C: Sí, te entiendo.

A.N: Pero esa es la realidad de tantos lugares, ¿cierto? Pero hay otra cosa que quiero decirte. Hay un buen ejemplo de cuando estaba partiendo. Había una banda que se llamaba Goo Goo Dolls. Y estaban en MTV a cada rato, junto con Michael Jackson todo el tiempo. ¡¿Dónde mierda están ahora?! ¿Horneando pasteles en alguna parte?

N.C: Jajaja.

A.N: No tengo idea. Pero eran tan importantes que salían en la tele. Y sus vidas eran de cierta manera, ¿sabes? Y es como… ¿por qué no puedes ser normal? Haz música. ¿Por qué tienes que estar tan loco? Alguna gente entendió eso y otra no. Y eso los va a acompañar hasta que se mueran, sin importar lo que hacen. Yo sólo quería hacer música por el tiempo que quisiera, de manera real, y que la gente lo disfrutara. Y que mi sello vendiera discos, pero también regalar cosas por la red.
El otro día hablaba con un tipo de las Filipinas, que me decía “no tengo cómo comprar tus discos. Uno de tus discos equivale a dos semanas de arroz para mi familia”. Y yo le decía “no creas que la misión de Google es traer música gratis a través de YouTube para entretener al tercer mundo porque eso no es ni mierda lo que está pasando”. Un gordo no está ganando 5 billones de dólares en San Francisco para que la gente en Filipinas pueda ver repeticiones de series de televisión. Ganan plata haciendo mierda a todo el mundo.

N.C: De ahí viene entonces tu odio a cosas como Google o Spotify.

A.N: Esos hijos de puta ganan 60 mil cada uno por hacer listas. Esos mal nacidos de Spotify cobran 60 mil euros al mes para ir a un puto club con Shazam y eso es un hecho. Cuando disjockeo en Suecia me ponen a tres de esos idiotas tratando de capturar cada canción que toco. El problema es que no pueden agarrar ni la mitad de las canciones de los ’60 que tengo en mis discos, y van a preguntarme qué son. Y yo les digo “ándate a la mierda, así es como se llama”.

N.C: Jajaja.

A.N: En serio. ¿Pero sabes? Spotify ni siquiera gana plata, eso es lo que te dicen. Pero ese algoritmo de Internet es el que gana plata. El que aprende a predecir todas tus decisiones y lo que quieres hacer. Eso tiene un valor.

N.C: Como cuando el GPS sabe que vas a tu casa.

A.N: Eso mismo.

N.C: Anton, ha sido muy entretenido conversar contigo, pero nos pasamos mucho del tiempo.

A.N: Sí, bueno. Jajaja.

N.C: Espero que lo pases bien en tu show aquí.

A.N: Gracias.

N.C: No sabemos cuánta clase media haya, pero sí sabemos que la gente estará feliz.

A.N: Jajaja no, pero no quería que tomaras la parte de mala eso.

N.C: ¡No, no para nada!

A.N: Quería graficar que tuve una evolución personal. Estaba equivocado cuando abrí mi bocota y pensé así por un minuto. Ahora no pienso así.

N.C: Estoy seguro de que lo vas a pasar bien.

A.N: ¡Me importa un carajo pasarlo bien! Lo que quiero hacer es que la gente lo pase bien. Yo creo en la música folk. Y el folk es todos nosotros uniéndonos, viviendo y muriendo en ese mismo espacio y tiempo en el que estuvimos todos juntos en Chile. ¿No fue genial? Sí, fue genial. Y voy a poner cada parte de mi responsabilidad para que sea un gran momento todos juntos, ¿sabes? Me importa un carajo quién venga. Puedes traer a tu abuela si quieres, me da lo mismo.

N.C: Jajaja.

A.N: Hasta puedes darle mi cerveza, porque no tomo.

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