Por Francisco Tapia Robles y Rocío Novoa
Niño Cohete
Hipnotizando a un público que se repartía entre el día de picnic y los shows. Todos muy atentos meneándose con una suave brisa que ayudaba a disminuir el calor. Los Cohete estrenaban bajista y se notaban muy metidos en ese viaje que se dan cada vez que se paran a tocar en el escenario que sea. Los de festivales como este les acomodan bastante, ya lo hicieron en el ultimo Lollapalooza (aunque esa vez fue indoor), pero sus canciones agarran un aire distinto. Din dudas, la brisa campestre les acomoda mejor en la entrega de su pop silvestre.
Kakkmaddaffakka
Estos noruegos estaban muy prendidos y fascinados por venir desde tan lejos. Me decían que ni siquiera los pescan mucho en Europa. Manhattan, el pseudónimo del vocalista, me contaba tras el show que la influencia de ritmos latinos de la banda se debe a que su padre es guitarrista profesional y maneja a la perfección la guitarra española. Cuento y show aparte la dupla de mellizos coristas y bailarines Martin y Sverre Sande quienes con sus corbatas de humita y su gimnasia (que de pronto me recordaban al Cuerpo de Baile Maniquí del tv show nacional Panoramix) ayudaron a prender aun más la fiesta en el Movistar Stage.
Omar Souleyman
Es mayormente curiosidad lo que atrae de este tipo. Desde Siria, cantando en kurdo y árabe, y con un súper look de gafas oscuras, bigote y atuendo musulmán de magnate petrolero del Golfo Pérsico, Souleyman prendió el Fauna Stage con una facilidad que cualquier banda envidiaría. Se movía en su metro cuadrado y en los baches de sus temas se limitaba a aplaudir como en manifestación religiosa. Jamás le vimos sonreír. Lo mismo su parco acompañante en los sintetizadores. Todo lo que fluía por los altavoces era producido por un par de teclados Korg que asemejaban mucho a una puesta en escena de los Pet Shop Boys mas discotequeros. Como un Chris Lowe y un Neil Tennant del Medio Oriente que han hecho carrera amenizando fiestas de matrimonio y bautizos. Y no es broma, porque desde allí nace la carrera de Souleyman, interpretando canciones tradicionales de países musulmanes pero en clave house-pop.
Lamentablemente sus temas sonaron muy planos y este formato al aire libre no ayuda mucho a distinguir las ricas melodías que tienen las canciones de manera individual. Los quiebres de cada track son muy similares siguiendo la fórmula del house. En todo caso, al público festivalero poco o nada le importó todo este tipo de detalles. Ellos aportaron con la fiesta, el meneo y la danza de vientre.
Souleyman ha tocado en grandes festivales y en formatos algo más complejos que el de Primavera Fauna. Recomiendo echar un vistazo al que dio en el festival de Glastonbury en el 2011, está en youtube, pícalo hasta el minuto 5 y te harás una mejor idea.
Real Estate.
De pronto los ojos se iban hacia lo que pasaba en el techo del escenario porque un acrobático técnico luchaba por sacar el lienzo del auspiciador que había volado con el fuerte viento y se había enredado entre los fierros de los andamios. 10 metros más abajo los Real Estate debutaban en Chile con esas melodías que nos abrían la memoria gracias a la ondulada y romántica Fender Melody Maker de Matt Mondanile. Buen regalo para quienes esperaron tanto y que desde hacía mucho que enviaban emails o dejaban mensajes en Facebook a la banda pidiéndoles que vinieran a tocar a Chile. El notable juego de cámaras que se apreciaba en la pantalla del escenario ayudo mucho a sentir que de pronto no estabas en un festival grande viendo a la banda. Las tomas sobre los rostros de los músicos daban la impresión de estar en un pub junto a un grupo que a punta de temas oreja mantuvieron el ritmo.
El intenso viento a veces no ayudaba mucho con el sonido, ensuciando sobre todo la percusión. Atentos a su último álbum ATLAS (Universal, 2014) que es el más exitoso para Real Estate hasta el momento.
Yann Tiersen
Las piezas siempre in crescendo del francés se saben acomodar a un escenario abierto como este. Especialmente cuando lo veíamos encorvarse sobre el Moog. O cuando el solo de violín rompía el viento que venía de la costa. The Gutter, con discurso de Salvador Allende incluido, no fue captado por muchos. Sin embargo, la naturaleza de la música de Yann Tiersen, cinematográfica y avant-garde, llevó a una gran masa hacia el escenario donde estaba tocando. Un relación de amor recíproco, sobre todo luego que tras el 27F Tiersen llegara hasta Talcahuano para donar 10 mil dólares en instrumentos a los jóvenes talentos de la Orquesta Clásica de la ciudad. Si había penquistas entre el público, esa tarde seguro fueron a devolver la mano.
Astro
Era un show muy especial para la banda nacional, porque era su tercera edición y porque su vocalista Andrés Nusser estaba de cumpleaños. Pero quizás lo que hacía particularmente interesante el momento era la extensión y el horario del show. En pleno atardecer y con más de una hora dispuesta solo para ellos, los nacionales soltaron las manos para mostrarse evolucionados y con disposición a invertir tiempo, espacio y cariño en su catálogo.
Fue un agrado verlos relajados, contentos, tomándose el tiempo para entregar su show y entendiendo que hace rato no son una banda para cumplir la cuota local o rellenar un escenario. Lo que hacen actualmente los Astro es una muestra de lo más creativo, divertido, bacilón y volado de la escena nacional, sin perder la esencia pop de su propuesta. ¿Ahora? a seguir girando y a lucirse en Lollapalooza, ¿eh?
Mogwai
“Desde Glasgow, Escocia!”gritaba el presentador. De pronto, el pequeño Stuart Braithwaite agarra su Les Paul y se lanza al espacio. Le siguen sus camaradas y copilotos, y uno tras otro van cayendo esos himnos instrumentales desde la banda sonora de la increíble serie francesa Les Revenants hasta la casi “Jarreiana” Re-Murdered perteneciente al último disco “Rave Tapes” (Rock Action, 2014). Y es que las guitarras de Mogwai te transportan a los paisajes nublados y casi esteparios del desolado campo Escocés. Intenso. Space rock. Vocoder riéndose. Aquí definitivamente es la música la protagonista, no los músicos. Aquí no hay rockstars ni glam, con excpeción de la figura de Stuart. A veces la atención se queda en el Juno 60 por encima de esos infinitos paisaje sonoros pintados de guitarras, pero la fuerza de Mogwai viene indudablemente de esas SG, Telecaster y Les Paul, y de vez en cuando una linda Electric XII. Ellas barren con todo y se quedan con los pasajes más intensos del show. Por una hora casi todo el público del festival estaba a los pies de los escoceses quienes, como para no despedirse, dejaron un riff acoplando infinitamente cuando ya no había nadie sobre el escenario. Sonaba gutural y grueso, como el motor de esos aviones que pasaban sobre nuestras cabezas cada ciertos minutos.
Electrodomésticos
Injusta fue la audiencia con una banda que venía a ocupar la plaza legendaria nacional que las versiones anteriores le dedicaron a nombres como Jorge González presentando el disco Corazones o Javiera Mena repasando su carrera en horario estelar. El turno de cerrar el Cristal Light Stage era de la banda de Carlos Cabezas y ellos se lucieron ante una audiencia que, a estas alturas de la noche sucumbía al frío si no era con una frazada.
Aún así la banda se las arregló para lucirse con ese garbo que caracteriza su puesta en escena y su sonido. De impecable negro y disposición a los hits y a las canciones del estupendo Se Caiga El Cielo (2013), los Electrodomésticos dieron con la estrategia para fijarse en su discreta audiencia: el dominio y la perfección en la interpretación y el catálogo, en la incertidumbre del espacio abierto y la respuesta de la audiencia. Unos maestros con 30 años de carrera que dan para muchos más.
Tame Impala
Uno de los shows más esperados del festival se asomó jugando de local. Después de dos visitas previas y el amor declarado entre su fanaticada y ellos, los australianos se subieron a consolidar una relación de cordialidad y calidad musical que nos terminó de conquistar en medio del frío del espacio Broadway.
Con dos discos solamente, Kevin Parker y compañía se encargaron de sonar a la altura de la afluencia más numerosa y apretada de Primavera Fauna a costa de psicodelia enajenante y hippismo buena onda. Sonando zafados como su propio ingeniero de sonido (un espectáculo aparte si podías verlo en la mesa), la banda dejo bien en alto el recuerdo de un festival cómodo para desplazarse y disfrutar de buena música. Hasta el próximo año
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