Por Bambi.
Todos sabemos que el Lollapalooza es un festival dedicado principalmente a las bandas en su formato clásico, es decir, guitarras, baterías, bajos y vocalistas guapos. Sin embargo, por suerte, también se le da un espacio a la música electrónica. Claro, no sólo eso, porque este es un festival donde comparten muchos estilos.
Sábado: bailando con Gepe, Hot Chip, Major Lazer, Kaskade y Kaiser Chiefs
Llegué al Parque O'Higgins muy contenta. Eran las 11 y todavía no abrían las puertas, pero ya se sentía la emoción en el ambiente. Empieza a sonar la música de Star Wars y desde el puesto de transmisión, que estaba al lado del Claro Stage, se veía a la gente correr en los prados del parque. Parecían zombies. De hecho por un momento pensé que estaba en Exterminio y tenía que escapar de los muertos vivientes. Pero no, eran los fans de Pearl Jam que no se movieron del escenario hasta que Eddie Vedder salió a cantar. Es decir, disfrutaron de todo lo que estaba antes.
Primero Gepe que dejó a todos con la boca abierta. La timidez se le pasó y perreó hasta abajo. Pero the real hasta abajo y la gente bailó con él como si estuvieran en una fiesta. Me emocioné y yo creo que él también. Era como verlos a todos celebrando la música chilena.
Al poco rato salió Hot Chip y yo entré en éxtasis místico. En verdad estuve así en todos los shows que vi, pero a los ingleses los esperaba con ansias. Desde mi puesto, porque estaba en vivo, me lo bailé todo. TODO. Parecía de esas niñas que se contorneaban en las tarimas hace 10 años. Lo mejor fue que a pesar de que se notaba que son cabros nerds y tímidos, prendieron mucho al público.
Me fui a backstage. Entrevisté a Michael Angelakos de Passion Pit, banda que pude ver en el side show y que me dejó muy motivada para el Lolla. Él es un buena onda, un poco callado pero se notaba que estaba feliz de ser parte del festival. Sobre todo porque la noche anterior todo el público coreó sus canciones hasta quedar sin voz. Terminó la entrevista y pude correr a Kaiser Chiefs. Llegué justo cuando estaban tocando "Everyday I Love You Less And Less". Pucha que salté. Tanto que hoy lamento el dolor de piernas. Pero filo, valió la pena ver a Ricky Wilson correr como loco por el escenario y subirse a los pilares. Él si que lo pasó bien y quedó loco con el publico chileno.
Después me pude escapar para ver a Major Lazer y Kaskade. No me juzguen, soy más de la onda electro pop que rock y de verdad tenía ganas de ver qué sucedía en esos shows. Mayor Lazer me sorprendió demasiado. Llegue al LG Optimus Stage y pensé: diablos, debería haberme venido antes. Hicieron un Harlem Shake, Diplo se metió en una pelota inflable y rodó por el público, se subieron chiquillas a bailar y les tiraron dólares. En resumen, era como estar en el mejor carrete de tu vida, pero sin una gota de alcohol. Lo mismo pasaba con Kaskade. No lo cachaba nada, pero sonó el primer tema y conquistó mi corazaund de cervatillo travieso.
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Domingo: Dejando la vida con Deadmau5 y Steve Aoki.
Primero lo primero. Gary Clark Jr. OMG. Creo que me enamoré hasta de mi jefe mientras escuchaba el blues de ese hombre. Debe haber nacido el amor en muchas parejas. Yo creo que las declaraciones iban y venían mientras todos nos relajábamos con este joven talento de 29 años.
Cuando terminé mi turno en vivo, me fui al Play Station Stage a ver a Foals. Me encantó la onda de ese escanrio. Había harta sombra, corría una brisa y la gente estaba relajada. Así continuaba mi jornada en el parque y pensaba, qué rico poder disfrutar de buena música con calma. No tenía ni idea de lo que me esperaba.
Backstage de nuevo. Ahí empezó mi verdadera electro aventura. Primero conversé con los argentinos de Poncho que estaban dichosos después de su show y me regalaron el disco. Luego, Steve Aoki, el DJ más piola del mundo. Habló en español, me contó que había probado pescado chileno y que quería dejar la vida en el escenario. Yo le dije que el público chileno era muy apasionado y que también iba a sacarme la última gota de energía en su show. Todo muy surrealista.
Llegué al Coca-Cola Stage a ver a Deadmau5 y fue como si estuviera en mi propio videojuego. Al principió estaba con mi amigo Dj Carlos Cid, productor general de la radio, y quedamos para adentro con la pirámide, la cabeza que cambiaba de forma y las mezclas. Que onda las mezclas buenas. De ahí me demoré más de diez minutos para atravesar el mar de gente y juntarme con mi hermana. Duré con ella como 3 canciones y me perdí en el público, hipnotizada por tetris dubstep, por Rage Against The Machine y por las pantallas que cambiaban de color incesantemente.
Cuando pensaba que ya no me quedaba energía, fui a ver a Steve Aoki. Nuevamente: OMG. Que hombre más bakán. Estaba compenetrado con el público de tal forma, que parecía uno más. Bailaba con nosotros como si fuera nuestro amigo. Lamentablemente no me pude quedar hasta el final, porque tenía que madrugar, pero lo último que vi, fue un bote inflable arriba del público donde el que quisiera podía navegar entre la masa de gente. Me dio miedo igual.
Al final bailé algunos temas de los Black Keys y mientras caminaba al metro, escuché a lo lejos los fuegos artificiales. Aunque hoy siento el cuerpo cortado, me duele la garganta y tengo mucho sueño, creo que el Lollapalooza es una experiencia que hay que vivir todos los años, porque siempre es diferente.