La maestría de hacer lo que mejor se sabe hacer.
Por Sandra Gutiérrez.
Los británicos de Keane editaron su cuarto trabajo, Strangeland, con el que volvieron a hacer lo que mejor saben hacer: pop melódico del bueno.
A la banda de Tom Chaplin le tomó un buen tiempo para sacar nuevamente un trabajo de estudio. Luego de editar el sintético y diferente Perfect Symmetry (2008) y calmar nuestras ansias con el EP que hicieron con el rapero K’Naan, Night Train (2009), por fin Keane encuentra el camino a casa.
Y es que a pesar de que se aprecie la experimentación de parte de una banda cuyo sonido es ampliamente reconocible, estos británicos se hicieron famosos por algo, y ése algo –los temas donde el piano es rey y donde la voz de Tom Chaplin se luce con una afinada potencia– es justamente la tónica de Strangeland.
Atrás quedaron los sintetizadores de “Spiralling” y las voces pre-grabadas de “Stop for a minute”, el pop de este disco encuentra a su familia en los sonidos de “Crystal Ball” y “Somewhere only we know”, optando por la fluidez melódica y un certero líder en las teclas del piano de Chaplin.
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Si bien el primer corte de Strangeland, “Silenced by the Night” (arriba) es una muestra representativa del disco, hay otros temas que con la misma funcionalidad son sonoramente superiores, como la apertura, “You are Young”, y la bella “Watch how you go”. Sin embargo, temas como estos resultan ser una grata sorpresa y demuestran que Keane es más que un par de singles exitosos.
Por sí solo, Strangeland es un disco bueno, cohesionado y por sobre todo bonito, pero comparado con el trabajo previo de Tom Chaplin y co., carece de la profundidad y el factor sorpresa de Hopes and Fears, y no alcanza a tener la asombrosa belleza con que deslumbró en su momento Under the Iron Sea.